No he sabido esta mañana dónde colocar este tema, elegí Temas diversos, porque si bien lo escrito me pertenece hay fuentes  que son ajenas.
Al grupo que conformamos Nuestro Espacio, nos ha movilizado este ser tan pero tan particular que fue Horacio Silvestre Quiroga y cúal émulos de él nos permitimos en pleno siglo XXI, utilizar sus recursos, haciendo que hablen los animales y trasunten sentimientos, tal cual podemos sentir los humanos.
No sé cómo nos saldrá éste cuento donde nos hemos apoyado en el horóscopo chino:D
Don Horacio Silvestre se vio adentrado a la vida un 31 de diciembre de 1878 ( si mal no recuerdo creo que en ese año nació una de mis bisabuelas favoritas!), en Salto, un trozo de tierra uruguaya que mira a Argentina.
No sé si se recibía al nuevo año con la algarabía que nos acontece por estos días, pero supongo que fue bien recibido, en una cuna noble, pero llevando un signo terrible que lo persigue toda la vida: la muerte, lo trágico, la enfermedad, la soledad.
Con solo 3 meses de vida pierde a su padre en un accidente de caza, donde en el hogar es mimado, consentido, rebelde e incomprendido. Sin duda, con una inteligencia poco frecuente, lo que lo harían diferente.
Su hermana María, lo mima infinitamente pero prontamente abandona su casa natal, se casa y marcha hacia Buenos Aires. Su madre también se casa. Horacio siente que ha perdido su refugio, no obstante acepta a Ascencio Barros, como su padrastro y lo cuida cuando éste queda inválido. Pero... don Ascencio no soporta su parálisis general, consigue una escopeta y se suicida. Horacio tiene apenas 17 años.
De cualquier manera, esos años de primera juventud de muchacho rico, aprende a tocar la guitarra, practica esgrima y ciclismo, se aficiona a la mecánica y a la fotografía, es alejado de su temporal soledad por amistades donde asiste a las primeras tertulias intelectuales y logra componer sus primeros versos. Con estas amistades, compartirá las inquietudes literarias y descubrirá el Modernismo a través de Leopoldo Lugones, al cual admiró profundamente y es allí donde se dedica por completo a la creación literaria con la publicación modernista "Revista de Salto". A Lugones no solo lo admira sino que también vio en él la figura de padre que no tuvo. Lo admira y lo adora. Pero si se leen sus escritos de aquella época, se podría observar otra clara influencia que va a ser más durarera en el aspecto literario: Edgar Allan Poe.
Viaja a París, capital del Modernismo. No se sabe por qué razones vuelve humillado, sintiéndose fracasado y viviendo su mayor crisis de soledad. Quizás leyendo su "Diario de Viaje" publicado en 1949 podríamos saber qué cosas le pasaron en ése viaje, que por aquellos inicios del 1900 eran el sueño de todos los niños ricos.
Sin embargo, a su regreso de Europa, Horacio funda en Montevideo el primer Cenáculo literario de fama nacional. Al grupo se suman universitarios y poetas, contándose entre ellos su mejor amigo Federico Ferrando.
Comienza el nombre de Horacio a circular, resuena su nombre de manera constante, tanto en Salto como en Montevideo. Se le abren las puertas de la prensa diaria, donde publican cuentos y relatos en los que abunda el terror casi calcado de Poe. Horacio tiene apenas 21 años, en sus relatos abunda lo raro, lo insólito, aunque también lo exquisito.
Algo terrible sucede en la vida de Horacio, su íntimo amigo Federico Ferrando muere al dispararse la pistola que Horacio estaba examinando.
Este hecho lo hace huir de aquel ambiente y se refugia en la casa de su hermana María, en Buenos Aires, donde más tarde adoptará la ciudadanía argentina.
Los que habitamos en Argentina sabemos que Ferrando es un apellido asociado a la fotografía, aún resuena este apellido por estos lugares.
Por extraños motivos, luego de adoptar a Argentina como su patria,una agrupación de 12 narraciones de estilo modernista "El crímen del otro", y dónde cierra con ésto la etapa de culto al Modernismo y marca el final de su producción lírica.
Hay algo que lo marca definitivamente, sin duda alguna, es el conocimiento y la fascinación por la selva, que se produce a raíz de una expedición a las ruinas jesuíticas  de Misiones, organizada por Leopoldo Lugones en 1903 y en las que Quiroga acompaña en su carácter de fotógrafo.
Se siente allí algo extraño, con sus ropas de dandy, tan a la moda parisina ,(la cual abandonará rápidamente) aquejado por el asma y a recurrentes dolores de estómago, que logra olvidar por la fascinación que le produce la selva y sus sonidos.
Cuando regresa a Buenos Aires, es nombrado profesor de Castellano y Literatura, en una Escuela Normal. Además, publica numerosos cuentos en la reconocida "Caras y Caretas", hecho de especial significación, porque a través de estas publicaciones de obligada limitación del espacio, consiguió el dominio de la síntesis en el cuento. Cosa que evidentemente, no le suceden a los escribidores de Nuestro Espacio!
El amor lo ronda a Horacio, se enamora de una alumna de 16 años, Horacio ya tiene 30, Ana María Cires, relación que no es bien vista por los padres de la jóven, como ya estamos anticipando, debido a que Horacio muestra un carácter huraño y conociéndolo un poco temen que llevará a su hija a vivir al borde de la selva, cosa que efectivamente sucede cuando por fin se casan y se radican en Misiones.
Es en ése lugar donde se revelará el verdadero creador, en 1910 cuando se radican en  San Ignacio. Nadie como él para describir el lugar, sus propia experiencia humana ,que pronto irían a convertirse en arte, la gente que allí conoció, la convivencia cotidiana con los animales, todo ello, sobresalen para que su producción literaria se constituya como lo más notable de su producción, su perfección técnica no tiene comparación en el escasísimo mundo de las letras debido a que más tarde, solo más tarde, descollarían Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández, Ricardo Güiraldes.
Nadie como él para describir el tema de la explotación del hombre, la magia de la tierra misionera con su clima exultante y a la vez inclemente, la lucha del hombre contra esa naturaleza voraz e indómita.
Por sus amistades cercanos al gobierno, en ese lugar, Horacio consigue el puesto de Juez de Paz y Oficial del Registro Civil. En 1911 y 1912 habían nacido sus hijos, Eglé y Darío, pero la vida en la selva era dura, las dificultades económicas asolaban al matrimonio, además de las discrepancias en cuanto a la forma de criar a los hijos, una discusión familiar, llevó a la jóven esposa a tomar una dosis extrema de sublimado, que la tuvo en agonía durante 9 días, falleciendo el 14 de diciembre de 1915.
Esta nueva muerte, atroz muerte, lo sume a Horacio en el silencio más horroroso, con hondo remordimiento. La experiencia con la crianza de niños pequeños ha quedado testimoniada en "El desierto",  que supo ser leída por mi profesor de Castellano y que no poseo entre los 3 libros que encontré de Quiroga en casa; deberé abrevar luego de éste escrito en la web, que seguramente encontraré, haciéndome regresar indefectiblemente a mis 14 años, tan lejanos hoy.
La creatividad de Horacio no se detiene, pese a que la muerte cuán afilado machete lo ronda, aparecen los conocidos "Cuentos de la Selva para los niños", que había querido publicar en Uruguay puesto que en 1917 había resuelto adoptar nuevamente la ciudadanía uruguaya. El mejor escritor rioplatense cambiaba de ciudadanía, tal vez, enojado, decepcionado. Quisiera haber estado en su corazón para saber a ciencia cierta qué sentía, qué cosas le dolían pese a que desde 1920 a 1927 fue su época de esplendor donde no dejó de publicar cuentos, artículos, alcanzando su nota más alta cuando la revista y editorial "Babel" organiza un homenaje con la publicación de su quizás mejor libro: "Los desterrados". Dijo Emir Monegal, en la presentación de éste libro: "A diferencia de otros libros suyos que contienen cuentos de todos los colores, éste tiene un universo interior que es el de la madurez. Es un libro, su libro. A través de las páginas se expresa un mundo novelesco completo, extraído por Quiroga de la cantera inagotable de Misiones y convertido en ficción. Es un libro hondo que no puede interesar al lector superficial. Allí se concentra definitivamente una vida y una experiencia estéticas".
Mencioné que ya habían aparecido en estas playas rioplatenses otros escritores con predominio en la novela. La reacción de Quiroga es de defensa a su obra a través de artículos críticos en los que expone los fundamentos retóricos del cuento y su experiencia literaria de cuentista.
Se atreve a escribir "Decálogo del perfecto cuentista", en otro momento, para no aburrir demasiado quizás copie por si mis pares de cuentos en grupo no lo conocen. Me imagino, tan solo puedo imaginarme cuánta humillación, frustración puede haber sentido cuando resonaban apellidos tan significativos para las letras rioplatenses y constituídos en novelas.
Quizás pensó como yo, que escribir un cuento era una tarea mucho más difícil, ya que en cortos tramos debería resolverse, cuando en 400 páginas de una novela, un escritor consumado puede desarrollarla en múltiples capítulos, haciendo penar, morir, suprimir, a los diversos actores de la misma.
A los 48 años le llega el amor nuevamente a Quiroga, pero insiste en las diferencia de edades, se enamora de una amiga de su hija Eglé, María Elena Bravo, quién le da una hija pero ay! Horacio, se vuelve a instalar en San Ignacio aunque ya el lugar tenga comodidades diferentes a aquellas en las que vivió con su primera esposa. Aquí se cierra su etapa creadora, de su pluma solo sale un libro que se adopta como texto de lectura para niños: "Suelo natal".
Pese a los premios recibidos y de la nueva familia conformada, Horacio no tiene una buena relación con sus hijos mayores que prontamente se casan y se radican en Misiones, se siente solo a pesar de estar rodeado de su familia y un profundo sentimiento de fracaso lo acompaña de forma constante.
Desconozco por qué fue cesado en su puesto de Cónsul, por lo cual la economía familiar se resiente, la enfermedad acecha y María Elena lo abandona quizás por la diferencia de edad, quizás por extrañar Buenos Aires. Sus colaboraciones escritas parecen haber perdido interés, Horacio se siente definitivamente un hombre muerto, como aquellos mensú picados por una víbora que tan bien, describió en sus cuentos, la víbora que lo había picado probablemente fuera el cáncer y con absoluta certeza dio fin a su vida con un sublimado de cianuro el 19 de febrero de 1937.
Mientras escribo ésto en una mañana brumosa, pesada y con algunas nubes, quedan en mi escritorio tres libros con sus páginas amarillentas, sé que en lejanísimos tiempos las recorrí una y otra vez, estoy casi segura, que en uno de ellos especialmente abrevaron mis hijos a pedido de sus profesores y que si leo cualquiera de sus cuentos, vibraré nuevamente ante la majestuosidad de la selva, me estremeceré hasta la médula ante una muerte certera, tan certera como fue la de este creador, este muchacho don Quiroga. Q.E.P.D porque para nosotros no está muerto.