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EMOCIONES SUBLIMES EN LA TRADICION BUDISTA
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01032013
EMOCIONES SUBLIMES EN LA TRADICION BUDISTA
El Zen es una práctica de vida, un saber moverse por el espacio-tiempo de una manera conciente y despierta. Cuando verdaderamente nos ponemos al servicio de la auto observación, vamos aprendiendo a vivirnos en nuestras luces y en nuestras sombras. Al tener acceso a esta experiencia cada vez más armoniosa e integradora, podemos acceder desde este centro a prestar ayuda a los demás.
Es muy importante, por lo tanto, haber identificado con claridad quién soy yo y qué tipo de ayuda estoy prestando, por qué lo hago y de qué manera lo hago. Antes de poder fijar la atención en el otro debemos enfocarla sobre nosotros mismos e identificar todos nuestros mecanismos psicológicos, emocionales, mentales, corporales y espirituales que conforman nuestro ser en el mundo.
Las emociones sublimes en la tradición budista
Son cuatro, a saber:
Mettà:Amor benevolente
Karunà: Compasiòn
Mudità: Regocijo
Upekkhà: Ecuanimidad
Sobre la compasión
Karunà es un estado mental que hace que el corazón (mente) de los seres sensibles se conmueva cuando percibe y siente que hay sufrimiento en los demás. En otras palabras karunà es un deseo genuino de aliviar el sufrimiento en los otros. Incluye a todos los seres, humanos y no humanos.
La verdadera compasión nace de un sentido saludable del sí mismo, de una conciencia transparente y equilibrada del quiénes somos. La verdadera compasión surge del sentimiento de que poseemos la valerosa capacidad de abarcarlo todo, de comunicarnos sin diferencias entre todos los seres, todas las cosas. Esta es la ley de la empatía universal (kannon doko) donde experimentamos que “en el verdadero yo, están los demás.” Desarrollamos un sentimiento de resonancia mutua y de comunicación natural frente a le experiencia universal de la pérdida y del dolor. De ahí que el apoyo y la tarea fundamental de un buen maestro sea la de acompañarlos a cada cual en su proceso de aprendizaje del sufrimiento (kalianamitra: ‘amigo de Bien’)
La compasión se entiende aquí, no como un sentimiento de lástima. Hay que estar muy atentos porque en este proceder, fácilmente podemos caer en la pena, la tristeza, el sufrir con los demás, aspectos emocionales que para nada tienen que ver con karunà.
A veces somos tan egoístas que añadimos nuestro propio sufrimiento a las dolencias de los demás. La lástima hunde sus raíces en el miedo y al que se le añade una sensación de arrogancia y condescendencia. Podemos incluso vivirnos en el registro de: “me alegro de no ser yo” Como dice Stephen Levine:
“Cuando tu miedo toca el dolor del otro, se convierte en lástima.
Cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión.”
En la otra punta del esquema se encuentra la crueldad como enemigo lejano, esto es, el deseo de ver o hacer sufrir a otros seres. La práctica de karunà es exitosa cuando disipa la crueldad; fracasa cuando produce pena o dolor.
Así pues, según la definición del R.A.E. la compasión se define como: “Compartir la desgracia ajena, sentirla, dolerse de ella”. No para sumar más dolor al dolor, sino para compartir ese dolor y ayudarnos mutuamente a sobrellevarlo y superarlo.
Karunà:
. no es sólamente una sensación de lástima o interés por la persona que sufre
. ni es sólamente un afecto sincero hacia la persona que tenemos delante
. ni sólo un claro reconocimiento de sus necesidades
. es también la determinación sostenida y práctica de hacer todo lo posible para contribuir a aliviar su sufrimiento.
En este sentido, me gustaría añadir que a veces la compasión por nosotros mismos y los demás exige que establezcamos límites y fronteras, que aprendamos a decir que no pero sin alejar a la otra persona de nuestro corazón. Esta es la preciosa labor del bodhisattva, un ser despierto y consciente que ayuda al otro en cada circunstancia y situación, desplegando cada vez de la mejor manera que sabe y puede los medios hábiles (upâya) que lleven al otro hacia la verdadera libertad.
El buen corazón
El efecto de nuestras acciones depende por completo de la intención o motivación con el que las desarrollemos más que de la envergadura de las mismas. Un sabio hindú, el maestro Santideva, llegó a decir:
“Toda la dicha que hay en el mundo,
toda proviene de desear que los demás sean felices;
y todo el sufrimiento que hay en el mundo,
todo proviene de desear ser feliz yo”
Cuando sobresale el yo por encima de los otros estamos alimentando una imagen falsa e ilusoria del ser humano que somos. El apego y el culto al yo son la raíz de todo el daño que le hacemos a los demás y del que nos hacemos a nosotros mismos. Teniendo esto en cuenta, distingamos lo siguiente:
- El enemigo próximo del amor es el apego. El verdadero amor es una expresión de apertura desinteresada, de aceptación total del otro, tal cual es sin esperar nada a cambio.
- Por otro lado, el enemigo próximo de la compasión es la piedad, la pena que se puede sentir por otra persona.
- El enemigo próximo de la alegría empática, esto es, el gozo al sentir la alegría de los demás, es la comparación. En lugar de regocijarnos con ellos, una voz interior nos dice: “¿estoy yo tan bien cómo él? ¿Cuando me tocará a mí?”
En el fondo, todos los seres humanos somos iguales, hechos de carne, de huesos y de sangre. Todos queremos acceder a la felicidad y queremos evitar el sufrimiento. Además, todos tenemos el mismo derecho a ser felices. La apertura del corazón surge cuando ves y concibes al otro como una persona real, exactamente igual que tú. En el Zen esta es la experiencia de todo meditador; llega un momento de la práctica en la que se produce la fusión integral del sujeto y del objeto observado. Es un estado de experiencia gozosa:
Es de la paz mental
de donde surge
una percepción pacífica del mundo
(CM)
En el Budismo (especialmente en la tradición tibetana) existe la práctica del tönglen. Expuesto muy sucintamente consiste en tomar en uno el sufrimiento de los otros y entregarles a ellos nuestra felicidad, bienestar paz mental.
Para poder desarrollar esta práctica debemos empezar por vivirla en nosotros mismos. Antes de poder enviar amor y compasión hacia los demás, uno los descubre, profundiza, crea y fortalece en uno mismo; se cura a sí mismo de cualquier reticencia, angustia, enojo o temor que pueda suponer un obstáculo para practicar con el corazón. La técnica se puede explicar con dos palabras. Se trata, al inhalar, de imaginarse aspirando todo lo malo que nos rodea; y al espirar, soltar todo lo bueno que tenemos.
Los maestros insisten en que lo más importante en el inicio de cualquier práctica que queramos realizar es con qué tipo de actitud nos estamos sentando a realizar dicha practica. Si tu actitud no es la correcta, nada de lo que hagas desde el principio servirá para algo, y será como ellos dicen “una práctica estéril”. La actitud con la que debemos iniciar nuestras meditaciones y prácticas siempre debe ser pensando:
“Que sea por el bien y para el beneficio de todos los seres de luz en todas las dimensiones existentes, que con ésta práctica todos se vean aliviados aunque sea un poco de todo dolor o sufrimiento, y que mi práctica sea de utilidad para todos los seres sensibles del planeta, que el amor y la compasión que yo genere sirva para poder sanar las energías de la tierra y que sea yo siempre capaz de estar al alcance de todos para poder ayudarlos y ser útil”.
Al hacerlo así, lo menos importante es uno mismo, jamás se buscan beneficios propios ni logro espiritual alguno, todo se hace por los demás y en nombre de ellos. En la mente iluminada no ha lugar para la discriminación yo-otro.
“Es en tu propia mente donde se produce
la liberación del sufrimiento de los otros.”
La práctica del dar por dar (fuse jap., danna sansc.)
El dar y recibir, según el Budismo, es un intercambio natural, pero asimétrico. Cuanto más damos más recibimos, sin embargo lo contrario no funciona; no es verdad que cuanto más recibimos más damos.
La generosidad compasiva es el fundamento de la auténtica vida espiritual puesto que constituye la verdadera esencia del arte del soltar. Cada acto de generosidad es un reconocimiento de nuestra interdependencia. Ahora bien, cuando aún no están definidas las condiciones de deficiencia y herida, nos cuesta saber lo que significa dar de un modo genuino.
Una manera poderosa de evocar compasión es pensar en los demás como exactamente iguales a ti. “Después de todo,” explica el Dalai Lama, “todos los seres humanos somos lo mismo: Todos estamos hechos de carne, huesos y sangre humana. Todos queremos la felicidad y evitar el sufrimiento. Aún más, todos tenemos el mismo derecho a ser felices. En otras palabras, es importante darse cuenta de nuestra igualdad fundamental como seres humanos.”
Pensar en la otra persona como una persona real, exactamente igual que tú, abrirá tu corazón para él o ella y te dará una visión más profunda sobre cómo ayudarle. Imagina que las sociedades y las naciones empezaran a verse unas a otras de la misma manera: al fin habríamos establecido los comienzos de una base sólida para la paz en la tierra y la feliz coexistencia de todas las personas (Alianza de civilizaciones: cooperación, corrección de desigualdades económicas, diálogo cultural y tolerancia religiosa)
Este deseo compasivo se denomina “bodhicîtta” en sánscrito. Bodhi significa nuestra esencia iluminada, y cîtta significa corazón. De modo que podemos traducirlo como “el corazón de nuestra mente iluminada.” Despertar y desarrollar el corazón de la mente iluminada es madurar firmemente la semilla de nuestra naturaleza de Budha. La motivación y el propósito del Budha Shakyâmuni fueron eminentemente compasivos.“Todo lo que yo enseño es la verdad del sufrimiento y la verdad de la liberación del sufrimiento”, señaló para sintetizar su doctrina.
La compasión y la sabiduría son los dos aspectos de la naturaleza despierta o iluminada. La compasión sin la sabiduría deviene en mero sentimentalismo; la sabiduría sin compasión se vuelve fría e inconmovible. Se necesita de ambas alas para que la conciencia pueda desarrollar plenamente su vuelo.
Para finalizar, me gustaría mencionar un cuento tradicional:
De entrada, al descubrir un árbol envenenado, algunas personas sólo ven el peligro. Su reacción inmediata es “vamos a cortarlo antes de que nos haga daño, antes de que alguien coma sus envenenados frutos” Lo cual es semejante a nuestra respuesta inicial a las dificultades que surgen en la vida, cuando nos topamos con la agresión, la compulsión, la ambición o el temor; cuado nos enfrentamos con el estrés, la pérdida, el conflicto, la depresión, la pena por nosotros mismos o por los demás. Nuestra respuesta inicial es huir, diciendo: “el veneno nos aflige, vamos a cortarlo, a desenraizarlo, escapémonos de él”
Otra persona, que ha ido un poco más lejos en el camino espiritual, descubre el árbol envenenado pero no se aproxima con aversión, diciendo: “no cortemos el árbol, tengamos compasión de él” Por lo que, llenos de cariño, construye una valla rodeando al árbol para que los demás no se envenenen y, a su vez, el árbol siga viviendo. Esta segunda variante muestra una clara variante entre el juicio y el temor y la compasión.
Finalmente, una tercera persona que ha viajado todavía más lejos en el camino del conocimiento, ve e mismo árbol y desde una mayor sabiduría dice: “Oh, un árbol envenenado. ¡Perfecto, justo lo que buscaba! Este individuo toma la ruta envenenada, investiga sus propiedades, las mezcla con otros ingredientes y utiliza el veneno como una estupenda medicina para curar a los enfermos y transformar los males en el mundo. Ésta es la vía del corazón.
http://denko.es/?page_id=48
Es muy importante, por lo tanto, haber identificado con claridad quién soy yo y qué tipo de ayuda estoy prestando, por qué lo hago y de qué manera lo hago. Antes de poder fijar la atención en el otro debemos enfocarla sobre nosotros mismos e identificar todos nuestros mecanismos psicológicos, emocionales, mentales, corporales y espirituales que conforman nuestro ser en el mundo.
Las emociones sublimes en la tradición budista
Son cuatro, a saber:
Mettà:Amor benevolente
Karunà: Compasiòn
Mudità: Regocijo
Upekkhà: Ecuanimidad
Sobre la compasión
Karunà es un estado mental que hace que el corazón (mente) de los seres sensibles se conmueva cuando percibe y siente que hay sufrimiento en los demás. En otras palabras karunà es un deseo genuino de aliviar el sufrimiento en los otros. Incluye a todos los seres, humanos y no humanos.
La verdadera compasión nace de un sentido saludable del sí mismo, de una conciencia transparente y equilibrada del quiénes somos. La verdadera compasión surge del sentimiento de que poseemos la valerosa capacidad de abarcarlo todo, de comunicarnos sin diferencias entre todos los seres, todas las cosas. Esta es la ley de la empatía universal (kannon doko) donde experimentamos que “en el verdadero yo, están los demás.” Desarrollamos un sentimiento de resonancia mutua y de comunicación natural frente a le experiencia universal de la pérdida y del dolor. De ahí que el apoyo y la tarea fundamental de un buen maestro sea la de acompañarlos a cada cual en su proceso de aprendizaje del sufrimiento (kalianamitra: ‘amigo de Bien’)
La compasión se entiende aquí, no como un sentimiento de lástima. Hay que estar muy atentos porque en este proceder, fácilmente podemos caer en la pena, la tristeza, el sufrir con los demás, aspectos emocionales que para nada tienen que ver con karunà.
A veces somos tan egoístas que añadimos nuestro propio sufrimiento a las dolencias de los demás. La lástima hunde sus raíces en el miedo y al que se le añade una sensación de arrogancia y condescendencia. Podemos incluso vivirnos en el registro de: “me alegro de no ser yo” Como dice Stephen Levine:
“Cuando tu miedo toca el dolor del otro, se convierte en lástima.
Cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión.”
En la otra punta del esquema se encuentra la crueldad como enemigo lejano, esto es, el deseo de ver o hacer sufrir a otros seres. La práctica de karunà es exitosa cuando disipa la crueldad; fracasa cuando produce pena o dolor.
Así pues, según la definición del R.A.E. la compasión se define como: “Compartir la desgracia ajena, sentirla, dolerse de ella”. No para sumar más dolor al dolor, sino para compartir ese dolor y ayudarnos mutuamente a sobrellevarlo y superarlo.
Karunà:
. no es sólamente una sensación de lástima o interés por la persona que sufre
. ni es sólamente un afecto sincero hacia la persona que tenemos delante
. ni sólo un claro reconocimiento de sus necesidades
. es también la determinación sostenida y práctica de hacer todo lo posible para contribuir a aliviar su sufrimiento.
En este sentido, me gustaría añadir que a veces la compasión por nosotros mismos y los demás exige que establezcamos límites y fronteras, que aprendamos a decir que no pero sin alejar a la otra persona de nuestro corazón. Esta es la preciosa labor del bodhisattva, un ser despierto y consciente que ayuda al otro en cada circunstancia y situación, desplegando cada vez de la mejor manera que sabe y puede los medios hábiles (upâya) que lleven al otro hacia la verdadera libertad.
El buen corazón
El efecto de nuestras acciones depende por completo de la intención o motivación con el que las desarrollemos más que de la envergadura de las mismas. Un sabio hindú, el maestro Santideva, llegó a decir:
“Toda la dicha que hay en el mundo,
toda proviene de desear que los demás sean felices;
y todo el sufrimiento que hay en el mundo,
todo proviene de desear ser feliz yo”
Cuando sobresale el yo por encima de los otros estamos alimentando una imagen falsa e ilusoria del ser humano que somos. El apego y el culto al yo son la raíz de todo el daño que le hacemos a los demás y del que nos hacemos a nosotros mismos. Teniendo esto en cuenta, distingamos lo siguiente:
- El enemigo próximo del amor es el apego. El verdadero amor es una expresión de apertura desinteresada, de aceptación total del otro, tal cual es sin esperar nada a cambio.
- Por otro lado, el enemigo próximo de la compasión es la piedad, la pena que se puede sentir por otra persona.
- El enemigo próximo de la alegría empática, esto es, el gozo al sentir la alegría de los demás, es la comparación. En lugar de regocijarnos con ellos, una voz interior nos dice: “¿estoy yo tan bien cómo él? ¿Cuando me tocará a mí?”
En el fondo, todos los seres humanos somos iguales, hechos de carne, de huesos y de sangre. Todos queremos acceder a la felicidad y queremos evitar el sufrimiento. Además, todos tenemos el mismo derecho a ser felices. La apertura del corazón surge cuando ves y concibes al otro como una persona real, exactamente igual que tú. En el Zen esta es la experiencia de todo meditador; llega un momento de la práctica en la que se produce la fusión integral del sujeto y del objeto observado. Es un estado de experiencia gozosa:
Es de la paz mental
de donde surge
una percepción pacífica del mundo
(CM)
En el Budismo (especialmente en la tradición tibetana) existe la práctica del tönglen. Expuesto muy sucintamente consiste en tomar en uno el sufrimiento de los otros y entregarles a ellos nuestra felicidad, bienestar paz mental.
Para poder desarrollar esta práctica debemos empezar por vivirla en nosotros mismos. Antes de poder enviar amor y compasión hacia los demás, uno los descubre, profundiza, crea y fortalece en uno mismo; se cura a sí mismo de cualquier reticencia, angustia, enojo o temor que pueda suponer un obstáculo para practicar con el corazón. La técnica se puede explicar con dos palabras. Se trata, al inhalar, de imaginarse aspirando todo lo malo que nos rodea; y al espirar, soltar todo lo bueno que tenemos.
Los maestros insisten en que lo más importante en el inicio de cualquier práctica que queramos realizar es con qué tipo de actitud nos estamos sentando a realizar dicha practica. Si tu actitud no es la correcta, nada de lo que hagas desde el principio servirá para algo, y será como ellos dicen “una práctica estéril”. La actitud con la que debemos iniciar nuestras meditaciones y prácticas siempre debe ser pensando:
“Que sea por el bien y para el beneficio de todos los seres de luz en todas las dimensiones existentes, que con ésta práctica todos se vean aliviados aunque sea un poco de todo dolor o sufrimiento, y que mi práctica sea de utilidad para todos los seres sensibles del planeta, que el amor y la compasión que yo genere sirva para poder sanar las energías de la tierra y que sea yo siempre capaz de estar al alcance de todos para poder ayudarlos y ser útil”.
Al hacerlo así, lo menos importante es uno mismo, jamás se buscan beneficios propios ni logro espiritual alguno, todo se hace por los demás y en nombre de ellos. En la mente iluminada no ha lugar para la discriminación yo-otro.
“Es en tu propia mente donde se produce
la liberación del sufrimiento de los otros.”
La práctica del dar por dar (fuse jap., danna sansc.)
El dar y recibir, según el Budismo, es un intercambio natural, pero asimétrico. Cuanto más damos más recibimos, sin embargo lo contrario no funciona; no es verdad que cuanto más recibimos más damos.
La generosidad compasiva es el fundamento de la auténtica vida espiritual puesto que constituye la verdadera esencia del arte del soltar. Cada acto de generosidad es un reconocimiento de nuestra interdependencia. Ahora bien, cuando aún no están definidas las condiciones de deficiencia y herida, nos cuesta saber lo que significa dar de un modo genuino.
Una manera poderosa de evocar compasión es pensar en los demás como exactamente iguales a ti. “Después de todo,” explica el Dalai Lama, “todos los seres humanos somos lo mismo: Todos estamos hechos de carne, huesos y sangre humana. Todos queremos la felicidad y evitar el sufrimiento. Aún más, todos tenemos el mismo derecho a ser felices. En otras palabras, es importante darse cuenta de nuestra igualdad fundamental como seres humanos.”
Pensar en la otra persona como una persona real, exactamente igual que tú, abrirá tu corazón para él o ella y te dará una visión más profunda sobre cómo ayudarle. Imagina que las sociedades y las naciones empezaran a verse unas a otras de la misma manera: al fin habríamos establecido los comienzos de una base sólida para la paz en la tierra y la feliz coexistencia de todas las personas (Alianza de civilizaciones: cooperación, corrección de desigualdades económicas, diálogo cultural y tolerancia religiosa)
Este deseo compasivo se denomina “bodhicîtta” en sánscrito. Bodhi significa nuestra esencia iluminada, y cîtta significa corazón. De modo que podemos traducirlo como “el corazón de nuestra mente iluminada.” Despertar y desarrollar el corazón de la mente iluminada es madurar firmemente la semilla de nuestra naturaleza de Budha. La motivación y el propósito del Budha Shakyâmuni fueron eminentemente compasivos.“Todo lo que yo enseño es la verdad del sufrimiento y la verdad de la liberación del sufrimiento”, señaló para sintetizar su doctrina.
La compasión y la sabiduría son los dos aspectos de la naturaleza despierta o iluminada. La compasión sin la sabiduría deviene en mero sentimentalismo; la sabiduría sin compasión se vuelve fría e inconmovible. Se necesita de ambas alas para que la conciencia pueda desarrollar plenamente su vuelo.
Para finalizar, me gustaría mencionar un cuento tradicional:
De entrada, al descubrir un árbol envenenado, algunas personas sólo ven el peligro. Su reacción inmediata es “vamos a cortarlo antes de que nos haga daño, antes de que alguien coma sus envenenados frutos” Lo cual es semejante a nuestra respuesta inicial a las dificultades que surgen en la vida, cuando nos topamos con la agresión, la compulsión, la ambición o el temor; cuado nos enfrentamos con el estrés, la pérdida, el conflicto, la depresión, la pena por nosotros mismos o por los demás. Nuestra respuesta inicial es huir, diciendo: “el veneno nos aflige, vamos a cortarlo, a desenraizarlo, escapémonos de él”
Otra persona, que ha ido un poco más lejos en el camino espiritual, descubre el árbol envenenado pero no se aproxima con aversión, diciendo: “no cortemos el árbol, tengamos compasión de él” Por lo que, llenos de cariño, construye una valla rodeando al árbol para que los demás no se envenenen y, a su vez, el árbol siga viviendo. Esta segunda variante muestra una clara variante entre el juicio y el temor y la compasión.
Finalmente, una tercera persona que ha viajado todavía más lejos en el camino del conocimiento, ve e mismo árbol y desde una mayor sabiduría dice: “Oh, un árbol envenenado. ¡Perfecto, justo lo que buscaba! Este individuo toma la ruta envenenada, investiga sus propiedades, las mezcla con otros ingredientes y utiliza el veneno como una estupenda medicina para curar a los enfermos y transformar los males en el mundo. Ésta es la vía del corazón.
http://denko.es/?page_id=48
EMOCIONES SUBLIMES EN LA TRADICION BUDISTA :: Comentarios
“Cuando tu miedo toca el dolor del otro, se convierte en lástima.
Cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión.”
He leído detenidamente tu posteo, sumamente interesante y NECESARIO poder abrevar con tranquilidad en lo que expresa el Dalai Lama.
Hace varios años atrás, en mis continúos viajes al sur, donde mis padres ya estaban, ambos, atravesando tortuosamente sus respectivas enfermedades y avanzada edad, mi madre, que era una gran lectora de los maestros espirituales, solía conversar conmigo de la COMPASIÓN.
Sin duda, fue una gran maestra, con salud recorríamos búsquedas de caminos espirituales fuera en el lugar donde viviera yo; sin salud, charlábamos horas y horas, hasta que el atardecer nos indicaba que la habitación estaba en penumbras...
No sé cuánto aprendí de ella, sólo sé que jamás la oí quejarse y hasta el último día pude abrevar en lo profundo de su mirada, sin palabras y entender que ya nos estábamos separando.
Mañana, con más tiempo, leeré el link que tan generosamente nos adjuntaste. Simplemente, quería decirte que vale mucho la publicación y la agradezco, sobre todo, en estos momentos, sumamente difíciles por los que amo tan entrañablemente!
Creo que voy a tomar la frase para adjuntarla a mi firma. Me permitís? Besos amiga!:sunny:Siempre e inevitablemente ponés un sol cálido en mi vida.
Cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión.”
He leído detenidamente tu posteo, sumamente interesante y NECESARIO poder abrevar con tranquilidad en lo que expresa el Dalai Lama.
Hace varios años atrás, en mis continúos viajes al sur, donde mis padres ya estaban, ambos, atravesando tortuosamente sus respectivas enfermedades y avanzada edad, mi madre, que era una gran lectora de los maestros espirituales, solía conversar conmigo de la COMPASIÓN.
Sin duda, fue una gran maestra, con salud recorríamos búsquedas de caminos espirituales fuera en el lugar donde viviera yo; sin salud, charlábamos horas y horas, hasta que el atardecer nos indicaba que la habitación estaba en penumbras...
No sé cuánto aprendí de ella, sólo sé que jamás la oí quejarse y hasta el último día pude abrevar en lo profundo de su mirada, sin palabras y entender que ya nos estábamos separando.
Mañana, con más tiempo, leeré el link que tan generosamente nos adjuntaste. Simplemente, quería decirte que vale mucho la publicación y la agradezco, sobre todo, en estos momentos, sumamente difíciles por los que amo tan entrañablemente!
Creo que voy a tomar la frase para adjuntarla a mi firma. Me permitís? Besos amiga!:sunny:Siempre e inevitablemente ponés un sol cálido en mi vida.
De hecho, fuè ese tema, el de la compasiòn, el que me conmoviò y quise compartir. Porque si analizamos un poco detenidamente, nos damos cuenta que la compasiòn està en la misma frecuencia que el del respeto. Creo que ni uno ni la otra estàn separados en lo vivencial. Un ser compasivo, respeta. Un ser que respeta, es compasivo. Quizàs al primero lo mueva mas lo emocional y al otro, lo racional, pero el resultado es en ambos casos, el mismo. Positivo... muy positivo.
Tus padres han sido seres especiales, porque no han sido "tradicionales" por lo que contàs sobre lo que te enseñaban y de que manera. No podìa ser el resultado, de otra manera... Todos lo notamos aqui.
Si, me encanta que te haya gustado la pàgina y que de ella abreves, cosas que te ayuden. Finalmente, ese es el objetivo de esta pàgina: Compartir y Crecer.
Gracias por tu comentario final y te repito lo que te dije antes: Es mutuo...
Tus padres han sido seres especiales, porque no han sido "tradicionales" por lo que contàs sobre lo que te enseñaban y de que manera. No podìa ser el resultado, de otra manera... Todos lo notamos aqui.
Si, me encanta que te haya gustado la pàgina y que de ella abreves, cosas que te ayuden. Finalmente, ese es el objetivo de esta pàgina: Compartir y Crecer.
Gracias por tu comentario final y te repito lo que te dije antes: Es mutuo...
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