VERTICAL, HORIZONTAL Y FUERA DE CENTRO

Como todas  las mañanas, siguiendo una rutina de años, se levanto y arrastro su viejo y gastado cuerpo, por el pequeño departamento, que años atrás había comprado cuando decidieron que ya tenían demasiado tiempo de subir y bajar escaleras.
Era más chico, más luminoso y contaba con un balcón tipo terraza, que el antiguo dueño había transformado en una semi habitación proveyéndolo de un cerramiento clásico de aluminio con ventanas corredizas, solo que habían cometido y grave error técnico y que a la postre es el origen de titulo de este relato, y  que ahora era un pequeño jardín de invierno.
Este grave error se origino que al construir el cerramiento, se olvidaron de continuar con la salida al exterior de calefón,  con lo cual los gases producidos por el mismo, no tienen salida siempre y cuando las ventanas estén cerradas, razón por la cual la participante de esta historia todos los días antes de encender el calefón, era su rutina habitual abrir primero las ventanas.
Esa mañana como tantas otras, Maria se levanto y  después de visitar el sanitario, se dirigió a patio para abrir la ventana, por un desgaste lógico del material y la falta de mantenimiento adecuado, la misma no quiso ceder a la presión de la dueña del departamento.  Al estar sola y no tener a quien llamar, ya que su compañero de toda la vida, la dejo  sola hacia un lustro y sus hijos no vivían con ella, no le quedo otro remedio que intentar alguna solución.  La más fácil y menos problemática por los hechos a venir hubiera sido abrir la otra ventana o el ventiluz, pero Maria terca y rutinaria, se empecino en abrir la que no abría.
Al fallar al primer intento, decidió que si subía a una banqueta, podría ejercer presión a mayor altura, abrir lo que no se quería abrir.   Y es en este punto donde entra a jugar la vertical. Acerco la banqueta a la ventana, se subió y volvió a presionar, solo que los músculos y los huesos no tienen ni el vigor ni la elasticidad de antaño y por lo tanto siguiendo el principio que toda acción produce una reacción al presionar la ventana y hacer mover el encastre, súbitamente resbalo, la ley de gravedad es inexorable y lleva a los que la violan de la vertical a la horizontal  en forma rapita, contundente y generalmente violenta, sobre todo si en camino se encuentran mesas, sillas, macetas y plantas.
El primer golpe le hizo volar por los aires los anteojos, el segundo estrellar su humanidad contra silla y mesa, esta ultima pegándole de lleno en el costado de la cara y produciendo un hematoma digno de la mejor pelea de box. El tercer golpe ya de rebote la llevo contra la pared y la maceta donde un lozano potus, perdió unas cuantas hojas y quedo bastante chamuscado.
Como pudo se levanto, e intento ir hacia la cocina allende al patio balcón, sin darse cuenta que el mantel que había sobre la mesa, en la caída se le había enredado entre las piernas, así todo logro llegar a la entrada pero sin anteojos y con un ojo en la clásica compota, no se percato del pequeño desnivel  y por lo tanto….otra vez su humanidad fue a dar contra la horizontal fría y dura de las baldosas rojas.
Fue en esta última posición, donde el sistema automático de autodefensa, con el fin de neutralizar histerias, angustias y pánico, la saco de su centro emocional  y racional , y en su cerebro reconstruyo un caos en un mobiliario nuevo y muy duro y cambios estructurales en la nueva pieza.
Escuchaba a los lejos el tintinear constante de la campanilla telefónica, pero su “nueva cama” y su gran cansancio le impedía atender.
Buena fue su sorpresa, cuando su robusto yerno apareció a sus pies y exclamo… ¡Ayy  Maria!!  ¿Qué paso acá?   La respuesta fue tan desconcertante  como lógica para su estado de conciencia….”Lucho”, porque me cambiaste la cama, en esta no puedo moverme……..
Pobre Maria, al día de hoy, no tiene ni el mas mínimo recuerdo de lo que realmente sucedió, solo un montón de golpes ya cicatrizados y rastros de hematomas que se van diluyendo….
Todo lo que paso después, es tema para otra historia.

Me gustó!! 
Será, porque son situaciones tan cotidianas, esas de querer lograr pequeñas cosas, a pesar de que muchas estan "cantadas" de antemano... y a favor de la lógica, y de la gravedad, como en este caso...     
Es vencer esos desafíos mínimos que nos impone el diario vivir. Creer que todo lo podemos, aún cuando los años nos hayan quitado la elasticidad, la plasticidad, la fuerza o el equilibrio necesarios para salir airosos de estas situaciones.
Pero allí está siempre la buena realidad, para mostrarnos en que redundan tales actos de audacia.   
Gracias, Luis, como siempre...

Excelente relato que se me había perdido entre tantos temas!
A veces, la edad, la falta de elasticidad o de criterio nos llevan a hacer cosas que no debemos.
Pudo haber sido un accidente fatal y hoy estar llevando flores a algún cementerio.
Me pasó a mí pisando una piedra de las que mi compañero utiliza para nivelar su mesa de lectura, la cual osadamente se salió de lugar en oportunidad de estar yo vaciando un escritorio y donde solo el caos reinaba!
En fin... al decir de Márquez: "Vivir para contarla"!