Bueno, creo que a esta altura, no tengo ninguno de los dos problemas, porque en reialidad no soy de alla o de mas aca. Durante 20 años, vivi a una cuadra de la estacion de Liniers, en una verdadera propiedad horizontal, hoy conocida como PH, eramos los del fondo....patio de ladrillos y toldo verde natural de campanillas de azul tenue, mis amigos de aquellla epoca, Toni, Carlos y Memo andabamos de aqui para alla......estos tres, que eran hermanos una vez se mudaron a......2 cuadras, con lo cual la amistad siguio.
Despues nos fuinos a vivir a la casa familiar, esta que ahora es de mi propiedad y su escritura original data de 1887, y nos mudamos 50 mts.....cuando me case cambie de barrio solo por los caprichosos deslinde de catastro, pero en la practica me mude a 6 cuadras de la casa familiar........y si bien Memo fallecio hace unos años, Toni sigue viviendo en su antigua casa y Carlos que es mi mecanico esta a 2 cuadras de donde vivo......de hecho cuando nos encontramos seguimos hablanco como si el tiempo no pasara....
Lo unico que marca las diferencias es observar que muchos ya no estan....pero es ley de la naturaleza y es la unica ley que por fuerza nadie puede evadir, ni con todo el oro del mundo......

Muy interesante, esto que has planteado Cris.
Tal como se habla de distintos tipos de personas, y su manera de recordar, creo que es la manera en como les funciona la mente y las emociones. La niñez, la adolescencia tienen un color dorado, cuando se las experimenta con amor y alegrìa.
El entorno, los amigos, y todo eso que se vive y aprende, son casi màgicos...
Muchos se anclan allì, lo subliman, porque quizàs ha sido la mejor època de su vida, donde la inocencia, la imaginaciòn, la libertad fueron sentimientos, emociones maravillosas. Y no me refiero a un anclaje perjudicial, como quien es nostàlgico y sufre literalmente por haberlas perdido definitivamente, sino a quien le dà ese toque dorado, impoluto y perfecto, tan distante de la realidad de los adultos y lo que es la vida años despues. Otros, que quizàs intentaron el regreso, pero mas realistas en su naturaleza, no pueden ver con ojos de niño, lo que los ojos de adulto observan hoy en ese sitio, o a esas personas, que como èl, pasaron al mundo adulto irremesiblemente. Tengo un amigo, que es nostalgioso de aquella època, donde se vè que fuè MUY FELIZ. Tiene cosas que van desde una goma de primer grado, hasta pulloveres que usò en el viaje de estudios... Cuando habla de aquellos recuerdos, se le ilumina el alma. Revive, asì como otros disfrutan con fotografìas, situaciones, historias, personas y lugares, de una manera que conmueve.
Tenemos un viaje pendiente con Alejandro al sur. A donde el viviò, la zona de Maitèn, de Esquel. Hasta hace poco, creo, pensaba que encontrarìa a muchas de ellas, de su època, pero apenas localizò a un par de personas en el Facebook. Esta seguro que todos esos paisajes de ensueño, viven a pesar de los caminos asfaltados y el crecimiento de la urbanizaciòn y el turismo.
Mi padre hablaba de su infancia, de la forma en que en familia hacìan las brevas secas, los tomates y cosas asì del campo donde vivìan. En algùn momento, hubo idea de viajar, pero creo que con el tiempo, se diò cuenta de que todo habìa cambiado... muchos familiares ya no estaban. Volamos un dìa a travès del Google Earth a Gangi y le mostrè lugares, que por supuesto yo desconocìa en vivo y que èl sì. En mi caso, curiosamente, tengo recuerdos desde el año y medio, hasta los diez, doce años. Luego, las imàgenes se van haciendo difusas. Me recuerdo a travès de algunas fotos familiares. Flashes de la secundaria, otros de la universidad, otros mas de mi vida, que son girones que alguien que los compartiò conmigo y quizàs de mejor memoria, me los trae a flote. No soy una persona nostalgiosa por naturaleza. Mi vida se desenvolviò en el mismo barrio paterno. Hasta los quince, vivimos en la casa de los abuelos, la casa que describo en el cuento, distante a dos cuadras donde despues mi padre comprarìa la casa donde vivì hasta que me fuì a estudiar a la universidad. Luego tuve muchas, MUCHAS mudanzas... las lleguè a odiar. Me sentìa de ningun lugar. Pero era un sentimiento extraño, porque en el fondo, cuando mi padre me dijo que para que dejàramos de rodar, harìa un adelanto de herencia y nos darìa el dinero para comprar la casa. Sentì pànico. Eso de estar "para siempre" en el mismo lugar, me aterrorizò. Tenìa miedo de no encontrar el sitio que me enamorara tanto como para quedarme... Un amor a primera vista, tuvimos todos, en especial mi padre, con el enorme nogal que hay en el patio de mi casa. Creo que fuè eso...
Pasaron varios años, hasta realmente sentir que era este sitio, nuestra casa.
Cuando pienso en mi niñez, si, creo que fuè una època dorada. Me duele aùn hoy, pasar por el frente de la casa de mis abuelos, que ya no existe como era y ver todos esos departamentos en lugar de la hilera de naranjos que se veìan desde la calle. Por varios años no querìa mirar cuando pasàbamos por el lugar, dado que es paso obligado desde la casa de mi madre hoy, a la nuestra.
Mi madre, nunca mas quiso verla.
No tengo como volver, sino es con la mente y la emociòn. Y sì, cuando me suelo encontrar con mi amiga Nora, que en "Treinta años despues...", es Beatriz ("casualmente" se llama Nora Beatriz) siempre hablamos del hilo invisible que nos uniò y que revivimos, aunque sea de manera breve, y con ojos y alma de niñas. Es con la ùnica persona que creo, sabe de lo que hablo, cuando se abre la puerta del recuerdo...
Para algunos, volver, a veces es mitigar dolores.
Otros, evitan el hacerlo, porque les duele mucho lo que ya no existe... lo que queda de ellos o lo que fuè.
Para algunos mas, la historia, mas o menos sigue, tal como dice Luis, porque han seguido en contacto de alguna manera... y eso hace, que todo pareciera no haber cambiado demasiado...
Creo que es mejor mirar con "ojos nuevos" lo nuevo y con "ojos viejos", lo que pertenece al pasado. Pienso que hay "menos" conflicto cuando se confronta la realidad y las emociones.
Puertas que a veces cuesta abrir o... cuesta cerrar.
Gracias, Cris, por la reflexiòn, como siempre...

Me quedé pensando que debe ser hermoso la situación de barrio eterno que tiene Silu!
Sumamente bello, son destinos...
Yo, continúo con la idea de sentir todos mis puentes derribados; puedo recordar una infancia dorada, llena de sol, de andanzas, de amigos que aún continúan pese a la distancia y que basta solo un "hola", para retomar la conversación donde se dejó la última vez que compartimos cosas profundas.
Mi ciudad cambió enormemente, creció también desmesuradamente, y de un lugar donde nos conocíamos todos pasó a ser una ciudad donde se perciben otros acentos provincianos, chochos con el frescor de las chacras que aún quedan, de los balnearios, la proximidad con los lagos y la pseudo tranquilidad. Digo ésto, porque también hay delincuentes, asaltos y la droga corre sin que la detenga nadie.
Haber vivido la despedida de tres seres tan amados en menos de un lustro y piquito, me hacen sentir aislada, sin deseos de volver, porque ya sé que no habrá en la cocina el olor del café exquisito que solo mi padre preparaba, la voz de mi madre actualizada con su mente brillante, al tanto de la política como del último libro publicado; la risa cómplice con mi hermana, al fresco de la noche estrellada. La hermana menor que me queda, vaya a saber por qué razón espiritual no es afín a mí.
Mi hermano varón, compañero de siestas y de inventos caseros, habita en una casa redonda sobre una alta barda que mira hacia el río Negro por la ventana que se mire .Hace rato que no nos reunimos y juntos buscamos un "lugarcito para pensar" para compartir el silencio, porque con él pareciera que nos hablamos mentalmente. Este ha sido un tiempo muy doloroso de lágrimas, de despedidas, de preguntas, de decirnos que eran necesarias esas partidas pero a la vez, extrañarlos, sin soltar demasiado...
Ya se me pasará... Y quizás pueda volver y sentir este bello otoño que conozco tan bien, en plena cosecha de la uva, la finalización de la manzana; donde los puntales volverán a su lugar y será necesario contratar gente para la poda de los parrales. Me parece sentir el olor particular de la sidrera cerca de la casa de mis padres, el rumor de los camiones yendo y viniendo, dejando tras de sí, su olor a mosto; el crujir de las hojas de los álamos que ya caen y yendo hacia el río que en verano decrece esperando el deshielo. Recuerdos...https://2img.net/r/ihimizer/img10/320/otooencipolletti.jpggeshack.us/photo/my-images/138/otooencipolletti.jpg/][/URL[/url]]