Se ha definido al deseo, como el movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, la posesión o el disfrute.
Es una fuerza poderosa, inherente a la naturaleza humana y que desde tiempos ancestrales nos sirve para la evolución de la especie.
Causa cambios cuando el querer se une con el hacer.
El deseo mueve al mundo.
La cadena de deseos es interminable y por más triviales que éstos parezcan, siempre son generadores de otros nuevos. Nunca cesa el acto de desear. A todos nos mueven diferentes anhelos: lo material, lo espiritual, lo emocional. Buscar el amor, el poder, el éxito, el reconocimiento público, la realización personal o la paz interior, todos son objetos del deseo para el ser humano.
Desde que se nace, la satisfacción de las necesidades primarias (leche, calor, afecto, seguridad, etc.) son motivo de búsqueda, lo mismo que para otras especies, pero cuando el intelecto y la emoción se unen, realmente surge la noción de deseo. El niño que anhela juguetes o dulces, desea obtenerlos por el placer que éstos le proporcionan. Luego, cuando tenga más edad, éstos objetos de deseo serán reemplazados por otros, pero cada uno de ellos habrá sido necesario para el siguiente, en su maduración.
Como adulto, sigue teniendo deseos. Hasta el último día de su vida, en el que deseará, si puede, no sufrir cuando llegue el momento de la muerte y trascender, si su formación ha sido religiosa.
Pero desear es también peligroso y depende de la naturaleza de quién formule el deseo. Se puede desear lo ajeno, lo que nos limita, lo que nos perjudica. Así, el deseo mata, libera, nos hace crecer o nos condena. Nos une o nos separa. Depende de quiénes somos.
Quizás, si los seres humanos fuésemos más coherentes, menos egoístas, más sabios, nuestros deseos serían más amplios, y abarcarían a la humanidad entera en el deseo de un futuro de paz, expansión y entendimiento, sin sufrimientos… pero nuestra naturaleza, las dicotomías que nos caracterizan, dificultan el uso del deseo para fines que no sean los propios.
Muchos refranes populares hablan del deseo.
Uno hindú dice: “Si sales a cazar un tigre, tarde o temprano, hallarás a uno.”
Otro chino nos advierte: “Ten cuidado con lo que deseas.”
Sin embargo, el que creo nos define, es el siguiente: “Todo hombre tiene su precio.” ¿Cuál es el precio? ¿Cuál es el tuyo?...
El objeto de tu deseo.