MIS DIAS CONVIVIENDO CON UNA KIRSCHNERISTA

Lunes

Recuerdo entre una nebulosa un dolor y hartazgo, haber llegado a la clínica en una silla de ruedas, ya era imposible que pudiese caminar dos pasos por mí misma.

Respondía con un movimiento de cabeza si me nombraban y me aseguraba la presencia de Jorge, que caminaba detrás o al costado de la silla de ruedas hacia los sectores de RX , ecografía y tomografía computada.

Imposible separarse de la enorme bolsa plástica que contenían otros estudios que me habían solicitado previo a esa internación; eran como mi curriculum vitae y casi como las palabras que yo no podía poner; el dolor era insoportable y ya no había calmante posible que aliviara éste.

Luego de ese largo periplo y ya en la habitación, sentí que podía dormir tranquila.

En esa nebulosa llegó Miriam…

La vi sentada en la silla de ruedas, acompañada por dos personas, un ruido de radio (Nextel), de alarmas de celulares estruendosos, un equipo de mate, una radio portátil, algún bolso y dijo:

“Acá estoy y vamos a ver como nos organizamos”.

Sin preguntarle nada dijo que había tenido un infarto hacía diez días, que había estado en terapia intensiva, que éste no había sido fulminante ( a la vista estaba) porque la vida es así; algunos pasan directo para el otro lado y otros como Miriam, 47 años, puntera política de un barrio muy humilde y alejado, siguen dando batalla.

El televisor que permanecía apagado comenzó a funcionar.

Los rojos, amarillos y naranjas me parecían saturados, el HD se abalanzaba sobre mí, me parecía que me llevaban dentro de las escenas televisivas y me sumergían en un plano de semi inconsciencia.

Por la noche creí escuchar desde la radio de Miriam el sermón de un pastor, le pedí como pude que bajara el volumen.

A las 3,30 de la madrugada la vi arrodillada sobre la cama, cantando himnos religiosos con las manos levantadas hacia el techo.

Sin duda yo estaba definitivamente instalada en el Moyano…

A las 6,30 en el MP4 empezaron a sonar diversos himnos religiosos. No tardé en pedirle que bajara el volumen.

Las enfermeras, personal de limpieza, los himnos de Miriam, el TV no habían parado en toda la noche.

¿Sería el infierno parecido a la noche pasada el día lunes?
Miriam luego de los días de terapia intensiva podía ir sola al baño, peinarse y lucía una remera con el nombre del intendente de nuestra ciudad, de Daniel S. y obvio, mi homónima, doña Cristina. What a Face

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