Ahí estaban...juntos espalda contra espalda tirados o mejor arrumbados contra la pared en busca de un poco de sombra.
El termómetro marcaba 36 grados, el aire caliente junto con la humedad era una combinación dantesca en esta ciudad que alguien en una arrebato de alucinación la nombro Buenos Aires..que nombre tan antagónico...en invierno cuando soplan los vientos del sur te calan los huesos, en verano los del norte o del este cuando no traen humedad traen mosquitos
Y a veces según las circunstancias un vaho molesto y persistente que es una afrenta a los sentidos, sobrevuela este conglomerado de cemento y ladrillo, de asfalto y adoquín, se encargan de acrecentar el calor reinante, convirtiendo el simple deambular de mediodía en una epopeya digna del Sahara.
Que ignoto destino los abra unidos en ese sopor que mostraban teniendo las baldosas por modesta cama.
No eran jóvenes, tampoco viejos....el mayor aparentaba unos 40 años, detrás de un pelo ensortijado, una barba de varios días y un envoltorio que alguna vez, vaya saber cuando fue negro y estaba limpio.....hoy ya no era así..
Su compañero tenia otro aspecto, era mas joven...aunque algo relativo, este debería tener entre 8 y 10 años mas limpio, tal vez por su carácter, yacía también espalda con su amigo con la respiración tranquila, casi imperceptible.
Pasamos al lado de ellos, ni siquiera se dieron cuenta, en que paraíso o nirvana estarían los dos, tal vez soñando con una familia....la tendrían o solamente eran ellos, tal vez soñando cuando eran niños y cachorros y el mundo era algo a conquistar o simplemente descansando de otra batalla perdida o tal vez ganada por sobrevivir otro día.
Seguí mi camino, devorando pensamientos.....imágenes, frases, consignas, todo se aglutinaba en mi mente....justicia social, solidaridad, trabajo, educación, salud, estado, empresa, operario, peón, político, patrón, libre mercado, dólar, Marx, Smith, el oso ruso, el tío Sam, el general sonriente....imágenes, imágenes y mas imágenes......sin embargo nada podía cambiar la realidad
36 grados, una pared, un hombre y su fiel perro.

El gato Silu

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PD: Lamentablemente cuando fui testigo de lo descrito no tenia una cámara de fotos o en su defecto un celular para captar la escena, vista en la Capital Federal en el barrio de Mataderos, en un día de verano en horas de mediodía.