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Cuento grupal nº 3: "LA MUERTE ACECHA EN ALTAMAR"
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31052011
Cuento grupal nº 3: "LA MUERTE ACECHA EN ALTAMAR"
Se despertó en medio de la noche, paso sus manos callosas, curtidas en mil batallas de redes y anzuelos, por su cara tratando de despejarse un poco, el ronronear del motor se oía nítido en la noche fría y serena. Abrió el camarote y salió al pasillo camino unos pasos hasta la escalera, subió a cubierta y el frío le pegó de lleno, se acodó en la baranda y mirando los pequeños remolinos que se formaban por el girar lento de la hélice recordó su partida esa mañana hacía 25 días.
Su mujer esta ves no había ido a despedirlo, solo sus dos hijos, ella quedó en casa con el bebé, su angelito rubio de unos pocos días. Karina agito su mano mientras el pesquero se retiraba del muelle, Ismael solo sonreía pensando seguramente cuando llegaría el día que él también formara parte de la tripulación
Pedro respiró hondo dejando que sus pulmones se llenen del aire frío de la noche, miró al cielo, estaba oscuro y algunos relámpagos en el horizonte presagiaban una tormenta, nada bueno una tormenta en altamar perderían un día de pesca y sería un día mas fuera de su casa.
Era temprano todavía, lo mejor sería acostarse y dormir un rato mas, bajo las escaleras y escuchó el golpe, fue un ruido seco como una rama que se quiebra, sin dudas provenía del camarote del Payo, intentó abrir la puerta pero sin resultados, estaba trabada por dentro. Pregunto si estaba bien pero no obtuvo respuesta, solo un segundo golpe mas fuerte que el anterior
Pedro era un hombre alto, de grandes músculos conseguidos a fuerza del duro trabajo, no lo dudó un instante, dio un tremendo empellón y la puerta cedió.
El Payo yacía en el suelo con la cabeza destrozada y junto a él un mazo de madera ensangrentado, la sangre empezaba a correr por el piso formando un charco macabro y pegajoso. Miró dentro del camarote pero nadie había, estaban los dos solos y así los encontró el capitán y Rulo que entraron a los tropiezos alertados por los ruidos
- ¿Que hiciste infeliz? mientras lo agarraba por el cuello gritaba el capitán ¡¡Que hiciste!!
-Yo no fui, alcanzó a balbucear mientras el golpe en la nariz lo desmayaba.....
Su mujer esta ves no había ido a despedirlo, solo sus dos hijos, ella quedó en casa con el bebé, su angelito rubio de unos pocos días. Karina agito su mano mientras el pesquero se retiraba del muelle, Ismael solo sonreía pensando seguramente cuando llegaría el día que él también formara parte de la tripulación
Pedro respiró hondo dejando que sus pulmones se llenen del aire frío de la noche, miró al cielo, estaba oscuro y algunos relámpagos en el horizonte presagiaban una tormenta, nada bueno una tormenta en altamar perderían un día de pesca y sería un día mas fuera de su casa.
Era temprano todavía, lo mejor sería acostarse y dormir un rato mas, bajo las escaleras y escuchó el golpe, fue un ruido seco como una rama que se quiebra, sin dudas provenía del camarote del Payo, intentó abrir la puerta pero sin resultados, estaba trabada por dentro. Pregunto si estaba bien pero no obtuvo respuesta, solo un segundo golpe mas fuerte que el anterior
Pedro era un hombre alto, de grandes músculos conseguidos a fuerza del duro trabajo, no lo dudó un instante, dio un tremendo empellón y la puerta cedió.
El Payo yacía en el suelo con la cabeza destrozada y junto a él un mazo de madera ensangrentado, la sangre empezaba a correr por el piso formando un charco macabro y pegajoso. Miró dentro del camarote pero nadie había, estaban los dos solos y así los encontró el capitán y Rulo que entraron a los tropiezos alertados por los ruidos
- ¿Que hiciste infeliz? mientras lo agarraba por el cuello gritaba el capitán ¡¡Que hiciste!!
-Yo no fui, alcanzó a balbucear mientras el golpe en la nariz lo desmayaba.....
Última edición por Aramis el Lun 18 Jul - 17:20:44, editado 1 vez
Aramis- Moderadores
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Cuento grupal nº 3: "LA MUERTE ACECHA EN ALTAMAR" :: Comentarios
Pobre Pedro, en que lío había caído de rebote, ni sospechaba cuando embarco que el destino le estaba proponiendo una prueba de fuego, de fuego y de agua, en medio de la madrugada de aquel aciago día. Como probarle al capitán y a Rulo que el no tenia nada que ver, solo que fue el primero en escuchar los ruidos que procedían del camarote del Payo, como explicar que el entro al camarote y el Payo ya estaba con la cabeza rota en el suelo. Sin embargo había dos pistas a seguir, pero claro el capitán no era ni detective ni policía, solo un simple y rudo patrón de barco, que a fuerza de trabajo sudor y sueño, y suerte con las redes llego a tener lo que tenia.
Sin embargo ni el capitán ni rulo, se habían percatado de dos cosas, que la puerta del camarote fue rota de afuera hacia adentro y esto era obra de Pedro y lo mas importante que la claraboya estaba semi-abierta,, pero además de todo los tres no conocían muy bien las andanzas del Payo, cuando estaba en tierra.
En el mar era un excelente marinero y mejor pescador, pero tenia un carácter taciturno y un pasado que nunca contaba, lo único que sabían era, porque el mismo lo decía, que ser marinero era su segunda profesión, y que se dedico a ella, mas por necesidad que por vocación. Necesitaba estar alejado de la tierra firme la mayor parte del tiempo.
En el mar y entre hombre era y se sentía otra persona
Un golpe de agua fría lo despertó de pronto, se quiso mover pero tenia las piernas y las manos atadas, y el rostro dolorido por el violento puñetazo del capitán.
Que hiciste Pedro, estas loco le espeto el capitán con los ojos llenos de furia, No hice nada contesto Pedro, bajaba por la escalinata cuando escuche el golpe y sonó como a madera rota, lo llame al Payo, no contesto, sentí un segundo golpe, intente abrir la puerta y estaba cerrada desde adentro, le dos golpes a la puerta y con el segundo abría, ahí esta el Payo cuando llegaron Uds., yo no hice nada, créanme por favor, soy inocente..
El rulo lo miraba medio incrédulo, el capitán un poco mas sereno, no le creía del todo, pero hacia años que lo conocia a Pedro y sabia que nunca mentía., y además ahora que lo contaba se daba cuenta del detalle de la puerta.
Estaba meditando que hacer cuando un golpe violento sacudió al barco, una ola considerable golpeo por la banda de babor, estaban entrando en la tormenta.
Sin embargo ni el capitán ni rulo, se habían percatado de dos cosas, que la puerta del camarote fue rota de afuera hacia adentro y esto era obra de Pedro y lo mas importante que la claraboya estaba semi-abierta,, pero además de todo los tres no conocían muy bien las andanzas del Payo, cuando estaba en tierra.
En el mar era un excelente marinero y mejor pescador, pero tenia un carácter taciturno y un pasado que nunca contaba, lo único que sabían era, porque el mismo lo decía, que ser marinero era su segunda profesión, y que se dedico a ella, mas por necesidad que por vocación. Necesitaba estar alejado de la tierra firme la mayor parte del tiempo.
En el mar y entre hombre era y se sentía otra persona
Un golpe de agua fría lo despertó de pronto, se quiso mover pero tenia las piernas y las manos atadas, y el rostro dolorido por el violento puñetazo del capitán.
Que hiciste Pedro, estas loco le espeto el capitán con los ojos llenos de furia, No hice nada contesto Pedro, bajaba por la escalinata cuando escuche el golpe y sonó como a madera rota, lo llame al Payo, no contesto, sentí un segundo golpe, intente abrir la puerta y estaba cerrada desde adentro, le dos golpes a la puerta y con el segundo abría, ahí esta el Payo cuando llegaron Uds., yo no hice nada, créanme por favor, soy inocente..
El rulo lo miraba medio incrédulo, el capitán un poco mas sereno, no le creía del todo, pero hacia años que lo conocia a Pedro y sabia que nunca mentía., y además ahora que lo contaba se daba cuenta del detalle de la puerta.
Estaba meditando que hacer cuando un golpe violento sacudió al barco, una ola considerable golpeo por la banda de babor, estaban entrando en la tormenta.
Con la terrible ola que sacudió e inundó la barca, los marineros se sintieron frágiles, como sucedía cada vez que la tormenta los alejaba de la tierra, como navegando en una cáscara de nuez.
El capitán bien rápido dio la orden de que trataran de auxiliar –si es que se podía aún- a El Payo, que en esos momentos se encontraba prácticamente sumergido en un río de sangre mezclada con el agua que entraba por todos lados y que en el apuro por inculpar a Pedro, no había sido auxiliado ni tampoco corroborado si vivía o no.
Como dudaba bastante de que Pedro fuera el culpable de tal desatino, de tanta violencia, levantó la maza que había sido utilizada para reventarle la cabeza como un zapallo a El Payo, desató a Pedro de su incómoda posición y que sangraba de la piña que le había dado instintivamente y dijo:
- Muchachos, vamos a ordenarnos un poco, a El Payo hay que atarlo bien seguro en mi camarote, que su cadáver y lo que queda de él no sea tocado ni movido de lugar. Sobre esto se tiene que expedir la justicia, si es que tenemos la suerte de zafar de ésta.
Les pido orden, disciplina, evitar las acusaciones, que ya nos va a tocar dar cuentas de lo sucedido hoy en el medio del mar.
No pudo agregar más nada o lo que agregó fue rápido, le pareció que había gritado, porque el agua que entraba a raudales le entraba en las orejas y la boca.
El rostro de sus marineros parecía de cera pese a lo curtido del sol y los gélidos días en sus aventuras de navegantes, pescadores, rudos, bravíos, seguros y se bamboleaban como guiñapos mientras él gritaba algunas órdenes, donde pretendía preservar el cuerpo de alguien a quién mucho no conocía y que muchas veces le causara recelo por su conducta, su mirada de pendenciero, de bravucón y arrastrando los pies durante esas jornadas de trabajo a destajo, contra la naturaleza, tratando de pescar la preciada carga que más tarde debían llevar a tierra.
Mientras el capitán se dirigía a babor para controlar la cabina de conducción y a su auxiliar de mando, un rayo a lo lejos sobre el mar, le perforó los oídos. Pero… cuando llegó a la cabina comprobó que navegaban al garete ya que su auxiliar no estaba en el lugar que debía estar…
El capitán bien rápido dio la orden de que trataran de auxiliar –si es que se podía aún- a El Payo, que en esos momentos se encontraba prácticamente sumergido en un río de sangre mezclada con el agua que entraba por todos lados y que en el apuro por inculpar a Pedro, no había sido auxiliado ni tampoco corroborado si vivía o no.
Como dudaba bastante de que Pedro fuera el culpable de tal desatino, de tanta violencia, levantó la maza que había sido utilizada para reventarle la cabeza como un zapallo a El Payo, desató a Pedro de su incómoda posición y que sangraba de la piña que le había dado instintivamente y dijo:
- Muchachos, vamos a ordenarnos un poco, a El Payo hay que atarlo bien seguro en mi camarote, que su cadáver y lo que queda de él no sea tocado ni movido de lugar. Sobre esto se tiene que expedir la justicia, si es que tenemos la suerte de zafar de ésta.
Les pido orden, disciplina, evitar las acusaciones, que ya nos va a tocar dar cuentas de lo sucedido hoy en el medio del mar.
No pudo agregar más nada o lo que agregó fue rápido, le pareció que había gritado, porque el agua que entraba a raudales le entraba en las orejas y la boca.
El rostro de sus marineros parecía de cera pese a lo curtido del sol y los gélidos días en sus aventuras de navegantes, pescadores, rudos, bravíos, seguros y se bamboleaban como guiñapos mientras él gritaba algunas órdenes, donde pretendía preservar el cuerpo de alguien a quién mucho no conocía y que muchas veces le causara recelo por su conducta, su mirada de pendenciero, de bravucón y arrastrando los pies durante esas jornadas de trabajo a destajo, contra la naturaleza, tratando de pescar la preciada carga que más tarde debían llevar a tierra.
Mientras el capitán se dirigía a babor para controlar la cabina de conducción y a su auxiliar de mando, un rayo a lo lejos sobre el mar, le perforó los oídos. Pero… cuando llegó a la cabina comprobó que navegaban al garete ya que su auxiliar no estaba en el lugar que debía estar…
El ulular del viento se hizo mas intenso y el golpe de las olas en el casco, denotaban que la tormenta era poderosa... El barco se bamboleaba violentamente, en su intento de cabalgar aquellas aguas furiosas... La escotilla se derrumbò, rompièndose en mil pedazos. Pedro, girò su cabeza, tratando de esquivar las esquirlas pero solo lo consiguiò en parte. Uno de los vidrios, le alcanzò en la frente, por debajo de la ceja derecha, y tuvo suerte... llevaba su gorro grueso. La sangre comenzò a manar abundantemente, pero se iba diluyendo con el diluvio que comenzò a ingresar por la escota. Pronto, los tres y el infortunado Payo, terminaron empapados. Viendo la gravedad de la situaciòn y aùn, sin entender muy bien que habìa sucedido, estaba claro que tendrìan que cuerpear la tormenta.
Juan con estupor y terror, comprobò que Josè, el auxiliar de mando, ya no estaba en su puesto...
El timòn giraba libremente y a una velocidad vertiginosa...
Aquello mas que tormenta parecìa un huracán. Y notar la diferencia no cambiaba demasiado la cuestión, dadas las extrañas circunstancias que se habìan presentado.
Buscò a Josè en su camarote, en el baño, hasta en la pequeña cocina…
El Rulo, y Pedro, se hicieron presentes en la cubierta luego de haber amarrado firmemente al Payo y de haber trabado el garrote en una de las patas de la propia cama. El charco de sangre, era ya casi inexistente… se habìa diluìdo casi completamente. El piso del camarote tenìa unos cinco cms de agua y seguìa en aumento…por ello, reemplazaron la vieja escotilla de manufactura casera, por otra que, siempre llevaban para estos casos. Con poca dificultad, lograron sacar la bisagra, a pesar del movimiento continuo y violento que mecìa al barco.
Subieron la escalera y ya en cubierta, avanzaron tenazmente, agarrados a las barandas mojadas y resbalosas, en direcciòn a la cabina de mando. Pedro cayò, luego de que una ola de mas de cinco metros de altura, le golpeò de pleno. Seguìa aùn medio aturdido por el golpe que le propinara Juan. El Rulo, le ayudò a levantarse y siguieron avanzando, contra el feroz viento… Nunca habìan estado en situación parecida… daba la impresión que serìa èste el preludio de un naufragio…
Juan, confuso y muy preocupado, atisbaba aquellas olas, buscando a Josè…
¿Habrìa caìdo de la embarcación? O el mismo asesino que habìa ultimado al Payo, habìa dado cuenta de èl?
Pedro y Rulo, ya en la cabina, escucharon con atención el relato de Juan.
Fuè idea del capitàn que se quedaran juntos, hasta que la tormenta amainara… poco podìan hacer, mas que esperar el transcurso de las horas.
Mientras, quiso probar la radio, pero era obvio, que no funcionarìa. En casos de tormenta, era tanta la interferencia que la comunicación, era imposible.
Por otro lado todos necesitaban cambiarse de ropa y tomar algo caliente, pero no se podìa dejar el timòn a la deriva nuevamente… ya ni sabìan en donde estaban…
Por un par de horas, todos guardaron silencio…
Juan con estupor y terror, comprobò que Josè, el auxiliar de mando, ya no estaba en su puesto...
El timòn giraba libremente y a una velocidad vertiginosa...
Aquello mas que tormenta parecìa un huracán. Y notar la diferencia no cambiaba demasiado la cuestión, dadas las extrañas circunstancias que se habìan presentado.
Buscò a Josè en su camarote, en el baño, hasta en la pequeña cocina…
El Rulo, y Pedro, se hicieron presentes en la cubierta luego de haber amarrado firmemente al Payo y de haber trabado el garrote en una de las patas de la propia cama. El charco de sangre, era ya casi inexistente… se habìa diluìdo casi completamente. El piso del camarote tenìa unos cinco cms de agua y seguìa en aumento…por ello, reemplazaron la vieja escotilla de manufactura casera, por otra que, siempre llevaban para estos casos. Con poca dificultad, lograron sacar la bisagra, a pesar del movimiento continuo y violento que mecìa al barco.
Subieron la escalera y ya en cubierta, avanzaron tenazmente, agarrados a las barandas mojadas y resbalosas, en direcciòn a la cabina de mando. Pedro cayò, luego de que una ola de mas de cinco metros de altura, le golpeò de pleno. Seguìa aùn medio aturdido por el golpe que le propinara Juan. El Rulo, le ayudò a levantarse y siguieron avanzando, contra el feroz viento… Nunca habìan estado en situación parecida… daba la impresión que serìa èste el preludio de un naufragio…
Juan, confuso y muy preocupado, atisbaba aquellas olas, buscando a Josè…
¿Habrìa caìdo de la embarcación? O el mismo asesino que habìa ultimado al Payo, habìa dado cuenta de èl?
Pedro y Rulo, ya en la cabina, escucharon con atención el relato de Juan.
Fuè idea del capitàn que se quedaran juntos, hasta que la tormenta amainara… poco podìan hacer, mas que esperar el transcurso de las horas.
Mientras, quiso probar la radio, pero era obvio, que no funcionarìa. En casos de tormenta, era tanta la interferencia que la comunicación, era imposible.
Por otro lado todos necesitaban cambiarse de ropa y tomar algo caliente, pero no se podìa dejar el timòn a la deriva nuevamente… ya ni sabìan en donde estaban…
Por un par de horas, todos guardaron silencio…
Algo está muy mal aquí, pensó el Capitán mientras trataba de mantener el rumbo a ninguna parte, intentó de nuevo con la radio pero estaba totalmente muerta probó varias veces y en un repentino ataque de furia la dio contra el suelo, casi al mismo instante el motor se detuvo bruscamente
-Ahora si estamos arreglados!! esto va de mal en peor. Pedro bajá a la sala de máquinas a ver si le ayudas a Llave Inglesa y pongan en marcha esta porquería y vos Rulo andá a buscar a los demás y se reúnen todos en el comedor
Rulo entró al comedor donde ya estaban los otros preparando café en medio de los bamboleos descontrolados del pesquero, el cocinero y Alberto
- Ustedes no se enteraron de nada?
- Además de la tormenta y que se apagó el motor de que nos tendríamos que enterar pregunto risueño el cocinero. Un hombre gordo y bonachón con una sonrisa soldada a la cara, siempre afable y de buen talante
- Mataron al Payo, respondió Rulo secamente
- Con todo el estofado que se comió anoche seguro le reventó el hígado, pero yo no tengo la culpa, aseguró con una risotada el cocinero
- No gordo, lo mataron, le reventaron la cabeza de un palo y el capitán me pidió que nos reuniéramos todos acá
Alberto era un tipo parco, siempre muy callado y de pocas pulgas, su cara no se inmutó al oír la noticia, solo preguntó - Quien fue?
- Ni idea, respondió Rulo, lo encontró Pedro en su camarote, lo extraño es que no había nadie y estaba cerrado por dentro, además........ y no pudo terminar la frase, Pedro entró en ese momento pálido y desencajado, balbuceando palabras inentendibles por la tormenta y el ruido del viento
-Hombre, ni que hubieses visto un fantasma, sentate que te vas a desmayar, ¿que pasa con el motor? preguntó el cocinero
Con un hilo de voz Pedro alcanzó a decir - Llave está muerto
Un silencio sepulcral envolvió a los cuatro .....
-Ahora si estamos arreglados!! esto va de mal en peor. Pedro bajá a la sala de máquinas a ver si le ayudas a Llave Inglesa y pongan en marcha esta porquería y vos Rulo andá a buscar a los demás y se reúnen todos en el comedor
Rulo entró al comedor donde ya estaban los otros preparando café en medio de los bamboleos descontrolados del pesquero, el cocinero y Alberto
- Ustedes no se enteraron de nada?
- Además de la tormenta y que se apagó el motor de que nos tendríamos que enterar pregunto risueño el cocinero. Un hombre gordo y bonachón con una sonrisa soldada a la cara, siempre afable y de buen talante
- Mataron al Payo, respondió Rulo secamente
- Con todo el estofado que se comió anoche seguro le reventó el hígado, pero yo no tengo la culpa, aseguró con una risotada el cocinero
- No gordo, lo mataron, le reventaron la cabeza de un palo y el capitán me pidió que nos reuniéramos todos acá
Alberto era un tipo parco, siempre muy callado y de pocas pulgas, su cara no se inmutó al oír la noticia, solo preguntó - Quien fue?
- Ni idea, respondió Rulo, lo encontró Pedro en su camarote, lo extraño es que no había nadie y estaba cerrado por dentro, además........ y no pudo terminar la frase, Pedro entró en ese momento pálido y desencajado, balbuceando palabras inentendibles por la tormenta y el ruido del viento
-Hombre, ni que hubieses visto un fantasma, sentate que te vas a desmayar, ¿que pasa con el motor? preguntó el cocinero
Con un hilo de voz Pedro alcanzó a decir - Llave está muerto
Un silencio sepulcral envolvió a los cuatro .....
como que esta muerto..pregunto Rulo......y todos se lo quedaron mirando a Pedro ya que otra vez había un muerto y el estaba en el medio.....Fuiste vos, no , que excusa vas a da ahora, que se atraganto con un destorinllador o se le callo la aceitera en la cabeza.
El gordo y Alberto, solo miraban sin saber que hacer o decir.....
El Rulo entonces, dijo:
Alberto subi a buscar al capitan y decile que baje, cualquier cosa quedate arriba y vos gordo, anda hasta la sala de maquinas y fijate que pudo haber ocurrido.
El gordo de mala gana se dirigio hacia la sala de maquinas y Alberto fue a la cubierta a buscar la capitán.....
La tormenta había menguado un poco y si bien llovía, el viento se había calmado con lo cual el oleaje ya no era tan grande, pero tampoco era para descuidarse.
Alberto llego a la cabina del timón, pero ahí, estaba vacía, se dirigió a la popa del barco y tampoco había nadie, en un ultimo intento a la proa del mismo, pero tampoco encontró al capitán.
Sin embargo Alberto no se habia percatado de algo faltaba sobre cubierta:
el bote salvavidas ya no estaba en su lugar, y menos sobre el barco
Volvió al comedor y pálido por el agua, el frió y la situación, le dijo al Rulo....el capitán no esta en ningún lado, lo busque por toda la cubierta y no esta.....mientras decía esto apareció el gordo, temblando, sudoroso y pálido como si hubiese visto al mismísimo Poseidon con su tridente.....
Que te pasa, le pregunto el Rulo, solo alcanzo a decir ""eehhhh" y se desmayo................
El gordo y Alberto, solo miraban sin saber que hacer o decir.....
El Rulo entonces, dijo:
Alberto subi a buscar al capitan y decile que baje, cualquier cosa quedate arriba y vos gordo, anda hasta la sala de maquinas y fijate que pudo haber ocurrido.
El gordo de mala gana se dirigio hacia la sala de maquinas y Alberto fue a la cubierta a buscar la capitán.....
La tormenta había menguado un poco y si bien llovía, el viento se había calmado con lo cual el oleaje ya no era tan grande, pero tampoco era para descuidarse.
Alberto llego a la cabina del timón, pero ahí, estaba vacía, se dirigió a la popa del barco y tampoco había nadie, en un ultimo intento a la proa del mismo, pero tampoco encontró al capitán.
Sin embargo Alberto no se habia percatado de algo faltaba sobre cubierta:
el bote salvavidas ya no estaba en su lugar, y menos sobre el barco
Volvió al comedor y pálido por el agua, el frió y la situación, le dijo al Rulo....el capitán no esta en ningún lado, lo busque por toda la cubierta y no esta.....mientras decía esto apareció el gordo, temblando, sudoroso y pálido como si hubiese visto al mismísimo Poseidon con su tridente.....
Que te pasa, le pregunto el Rulo, solo alcanzo a decir ""eehhhh" y se desmayo................
Si conte bien, creo que es tu turno Cris.........o te escapaste del barco en bote salvavidas......
Buen día don gato, contó bien pero la señora anda a los vómitos por el oleaje, aguante un poco que la Boti le recete algo y viene jaja
No sé si es cierto de que me toca a mí! Pero bueno, esperen que termine con los festejos del día del papá y me pongo a escribir! Mamma mía! Viene medio compliqueti el tema...
A esa altura lo que estaba sucediendo en ése barco pesquero no solo era un preludio de naufragio. Había una suerte de presagios oscuros, olor a muerte, como en el principio de los tiempos en que el hombre se echó a la mar desafiando a éste y a sus misterios.
El cocinero que rara vez salía de habitáculo de ollas ennegrecidas yacía desmayado en el piso ante la mirada azorada de todos. ¿Qué demonios había visto?
Llave, el ingenioso mecánico, con sus ojos color mar sereno, muerto, inexplicablemente muerto; su ingenio y maestría no los sacaría de lo que ya era un perfecto desastre.
José y el Capitán desaparecidos como si una ola misteriosa se los hubiese tragado.
Pedro, con la cara hinchada de la trompada del capitán sintió un leve mareo. Se tocó la cabeza cubierta con su grueso gorro de lana y sintió los dedos húmedos en una mezcla de agua salada y sangre.La herida provocada por la esquirla manaba sin cesar mezclandóse con el mar.
No era un asesino, tampoco un cobarde, le dolían las acusaciones, la mirada oscura llena de reproches de Alberto, la inexplicable desaparición de la gente.
Llevaban casi un mes de navegación, poca pesca y este desastre que se desató con la muerte de El Payo y la tormenta incontrolable. Incontrolable como nunca en sus años de hombre de mar. No pudo evitar pensar en los suyos, su mujer, sus tres hijos, allá en tierra, esperando su regreso.
Al borde de una naúsea sacó fuerzas y logró decir a los que creyó sus compañeros y casi amigos hasta no hacía más que un par de horas:
A ver si se dejan de acusar y hagan reaccionar al gordo que parece una gelatina.
Me imagino que se dan cuenta de que estamos metidos en flor de problema y lo tenemos que resolver , dos muertos no es poca cosa, El Payo y Llave...
Cuando dijo Llave, se le quebró la voz pero siguió:
Llave muerto, tan muerto como El Payo, dentro de unas horas van a parecer una ballena hinchada y varada.
José y Juan, el capi, no pueden haber sido tragados por algún mostruo marino...¿ O vamos a creer en leyendas ahora?
Era imposible que el capitán hubiese usado el bote salvavidas, Pedro creía conocerlo bien al capi, un capitán no abandona el barco ni a los suyos y había leído cuando era apenas un muchacho y empezó a echarse a la mar, algo que se grabó a fuego: "El mar te enseña a vaciar la vida de todo lo superficial, a quitarle cada gramo de grasa canalla que habita en la tierra".
Juan tampoco era un cobarde, ni un asesino, era un marino fuerte y aguerrido, avezado, derecho, calentón pero querible. Hasta la injusta piña podía perdonarle...
Se lo diría cuando lo tuviera frente a frente.
Había un misterio que resolver y no descansaría hasta hacerlo.
El quejido del gordo que volvía en sí, lo sustrajo de sus pensamientos.
La voz de Alberto sonó débil, su mirada también se había suavizado.
¿Qué viste Juan, qué viste?
El gordo, pálido como una merluza fileteada dijo:
El Capi... El capi, está ensartado con mi cuchillo favorito,
Signados por el cansancio, los miedos que jamás deseaban sentir les hizo desear ver las franjas de las luces blancas que suelen cortar el mar como espadas o las estelas que deja al barco sobre el mar, aproximándose a tierra firme.
Desearon una noche plateada de estrellas, un amanecer dorado de un día calmo, quizás un canto de sirenas pero esta nueva muerte era como un tiburón que les cercenaba la garganta...
No hubo más deseos ni pensamientos, un crujido que parecía salir del vientre del mar, los hizo perder el equilibrio y caer como sacos unos contra otros.
El cocinero que rara vez salía de habitáculo de ollas ennegrecidas yacía desmayado en el piso ante la mirada azorada de todos. ¿Qué demonios había visto?
Llave, el ingenioso mecánico, con sus ojos color mar sereno, muerto, inexplicablemente muerto; su ingenio y maestría no los sacaría de lo que ya era un perfecto desastre.
José y el Capitán desaparecidos como si una ola misteriosa se los hubiese tragado.
Pedro, con la cara hinchada de la trompada del capitán sintió un leve mareo. Se tocó la cabeza cubierta con su grueso gorro de lana y sintió los dedos húmedos en una mezcla de agua salada y sangre.La herida provocada por la esquirla manaba sin cesar mezclandóse con el mar.
No era un asesino, tampoco un cobarde, le dolían las acusaciones, la mirada oscura llena de reproches de Alberto, la inexplicable desaparición de la gente.
Llevaban casi un mes de navegación, poca pesca y este desastre que se desató con la muerte de El Payo y la tormenta incontrolable. Incontrolable como nunca en sus años de hombre de mar. No pudo evitar pensar en los suyos, su mujer, sus tres hijos, allá en tierra, esperando su regreso.
Al borde de una naúsea sacó fuerzas y logró decir a los que creyó sus compañeros y casi amigos hasta no hacía más que un par de horas:
A ver si se dejan de acusar y hagan reaccionar al gordo que parece una gelatina.
Me imagino que se dan cuenta de que estamos metidos en flor de problema y lo tenemos que resolver , dos muertos no es poca cosa, El Payo y Llave...
Cuando dijo Llave, se le quebró la voz pero siguió:
Llave muerto, tan muerto como El Payo, dentro de unas horas van a parecer una ballena hinchada y varada.
José y Juan, el capi, no pueden haber sido tragados por algún mostruo marino...¿ O vamos a creer en leyendas ahora?
Era imposible que el capitán hubiese usado el bote salvavidas, Pedro creía conocerlo bien al capi, un capitán no abandona el barco ni a los suyos y había leído cuando era apenas un muchacho y empezó a echarse a la mar, algo que se grabó a fuego: "El mar te enseña a vaciar la vida de todo lo superficial, a quitarle cada gramo de grasa canalla que habita en la tierra".
Juan tampoco era un cobarde, ni un asesino, era un marino fuerte y aguerrido, avezado, derecho, calentón pero querible. Hasta la injusta piña podía perdonarle...
Se lo diría cuando lo tuviera frente a frente.
Había un misterio que resolver y no descansaría hasta hacerlo.
El quejido del gordo que volvía en sí, lo sustrajo de sus pensamientos.
La voz de Alberto sonó débil, su mirada también se había suavizado.
¿Qué viste Juan, qué viste?
El gordo, pálido como una merluza fileteada dijo:
El Capi... El capi, está ensartado con mi cuchillo favorito,
Signados por el cansancio, los miedos que jamás deseaban sentir les hizo desear ver las franjas de las luces blancas que suelen cortar el mar como espadas o las estelas que deja al barco sobre el mar, aproximándose a tierra firme.
Desearon una noche plateada de estrellas, un amanecer dorado de un día calmo, quizás un canto de sirenas pero esta nueva muerte era como un tiburón que les cercenaba la garganta...
No hubo más deseos ni pensamientos, un crujido que parecía salir del vientre del mar, los hizo perder el equilibrio y caer como sacos unos contra otros.
Sigo yo, lo marco porque la jefa lo cambió de lugar y anduve un rato buscando jeje
La situación se había descontrolado por completo, mas asesinatos que sumar a la lista de un principio, sin radio, con el barco a la deriva, absolutamente incomunicados y lejos de cualquier ruta marítima y a esta altura todos desconfiando de todos.
Alberto que se había mantenido callado como de costumbre y sentado en un rincón, se levantó de un salto, miró instintivamente a un costado y dijo en vos baja
- Nos están cazando
- Vas estás loco- sentenció el Rulo
- No Rulo tengo razón, alguien o algo nos está cazando, preparó el terreno, nos incomunico y aisló por completo y ahora estamos a su merced
- Pero que te pasa? quien nos caza? ninguno de nosotros sería tan loco y aquí no hay nadie mas
- Estas seguro? preguntó el cocinero, mirá que el barco tiene un sinfín de recovecos donde alguien se puede esconder el tiempo que quiera sin que lo encuentren
Instintivamente los cuatro se arrimaron como para darse protección unos a otros
En la penumbra del camarote contiguo un leve reflejo surgió desde la penumbra, el cuchillo ensangrentado todavía fuertemente apretado en la mano de un hombre, reflejó la luz de los ya distantes relámpagos, la tormenta amainaba y el nuevo día no tardaría mucho en llegar, debía apurarse para terminar su obra macabra, no faltaba mucho solo quedaban cuatro he iban a pagarlo como se había prometido
En silencio sacó los tornillos previamente aflojados de la ventilación y con un ágil salto se escurrió por los tubos, eran angostos pero su delgadez permitía que se deslizara por ellos a través de todo el barco .....
Alberto que se había mantenido callado como de costumbre y sentado en un rincón, se levantó de un salto, miró instintivamente a un costado y dijo en vos baja
- Nos están cazando
- Vas estás loco- sentenció el Rulo
- No Rulo tengo razón, alguien o algo nos está cazando, preparó el terreno, nos incomunico y aisló por completo y ahora estamos a su merced
- Pero que te pasa? quien nos caza? ninguno de nosotros sería tan loco y aquí no hay nadie mas
- Estas seguro? preguntó el cocinero, mirá que el barco tiene un sinfín de recovecos donde alguien se puede esconder el tiempo que quiera sin que lo encuentren
Instintivamente los cuatro se arrimaron como para darse protección unos a otros
En la penumbra del camarote contiguo un leve reflejo surgió desde la penumbra, el cuchillo ensangrentado todavía fuertemente apretado en la mano de un hombre, reflejó la luz de los ya distantes relámpagos, la tormenta amainaba y el nuevo día no tardaría mucho en llegar, debía apurarse para terminar su obra macabra, no faltaba mucho solo quedaban cuatro he iban a pagarlo como se había prometido
En silencio sacó los tornillos previamente aflojados de la ventilación y con un ágil salto se escurrió por los tubos, eran angostos pero su delgadez permitía que se deslizara por ellos a través de todo el barco .....
en la capitanía del puerto estaban preocupados, todos los barcos pesqueros que habían salido, o estaban de regreso o ya se habían reportado, antes y durante la tormenta, sin embargo uno no lo había hecho. es mas ni siquiera se reporto cuando lanzaron el mensaje de radio que se avecinaba una fuerte tormenta con marejaba bastante peligrosa. Los demás buques habían confirmado la recepción del mensaje pero no todos seguía faltando uno.
- Mama, cuando vuelve piapa? le pregunto Karina a su madre, mientras la miraba fijamente.
La mujer, se refregó la manos y con un suspiro, le contesto, pronto....aunque para sus adentro se dijo....espero. La tormenta de anoche fue muy fuerte pero tu padre es un gran marino al igual que sus compañeros, seguro que estarán sacando redes y pescado......lo decía pero no lo creía, de hecho tenia muy malos pensamientos, sobre todo cuando se entero por medio de una vecina que uno de los marineros era un tipo con un pasado terrible y que hacia rato que había un loco que cada tanto preguntaba por el , por el chileno conocido como el Payo...........
- Mama, cuando vuelve piapa? le pregunto Karina a su madre, mientras la miraba fijamente.
La mujer, se refregó la manos y con un suspiro, le contesto, pronto....aunque para sus adentro se dijo....espero. La tormenta de anoche fue muy fuerte pero tu padre es un gran marino al igual que sus compañeros, seguro que estarán sacando redes y pescado......lo decía pero no lo creía, de hecho tenia muy malos pensamientos, sobre todo cuando se entero por medio de una vecina que uno de los marineros era un tipo con un pasado terrible y que hacia rato que había un loco que cada tanto preguntaba por el , por el chileno conocido como el Payo...........
En el momento que la delgada figura se introducía por los tubos, fue cuando el inmenso ruido hizo caer a todos los marineros uno contra otros.
Algo repuestos del impacto era cierto lo que expresaba Alberto, estaban siendo literalmente cazados. Alguien desconocido y sin ninguna traba moral los estaba matando, uno a uno...
Fue en ése momento cuando la delgada figura de José se introducía por los tubos del barco cuando una enorme ballena partió al barco pesquero por la mitad.
José había permanecido oculto en la sentina, ese lugar al que nadie quería ir, luego de matar a El Payo, su odiado enemigo. Ese Payo, de mirada oscura, torva que en tierra se trasformaba y gustaba de permanecer en camas matrimoniales ajenas.
Maldito Payo, me llevaste a lo peor. No era necesario que me lo hicieras saber en el puerto el día que partimos,que me humillaras tanto, si yo ya lo intiuía, casi lo sabía. El Capitán también lo supo. Fue él, el que intentó dominar mi odio durante los días interminables de pesca, supo de mi escondite y ahora, tengo terminar con ésto, cueste lo que cueste.
Fueron estos los últimos e inútiles pensamientos de José porque el barco partido en dos tomaba direcciones impensadas, en el remolino de las aguas y la niebla espesa de la madrugada reinando.
Los cuatro marineros no supieron ahora qué era más siniestro y cruel. Si los asesinatos en serie, el miedo de ser la próxima víctima o ser víctimas reales todos envueltos en esa vorágine de espuma helada, recibiéndolos en su vientre, tratando de asirse en ése final instante a lo que pudieran.
Pedro había emergido con las narinas tapadas de agua y sal, tratando de compensar su respiración y el latido irrefenable de su corazón.
Alcanzó a divisar parte de una tabla que creyó reconocer como un pedazo de la tosca mesa del barco, donde compartían el café y algunas amigables charlas, las sencillas comidas. Como pudo nadó hacia ella pero una vez asido algo extraño le sujetaba las piernas con fuerza y le impedía todo sostén en ella. Asido a él estaba el cocinero, lo alcanzó a reconocer cuando ambos se hundieron nuevamente en las profundidades y allí logró desprenderse de él tomándolo de los cabellos para tratar de emerger.
El gordo no sabía nadar, se debatía agitando los brazos, boqueando, en la superficie por la cara de Rulo supo que era tarde... Y lo soltó a la negritud de la nada...
Sobre la quietud del mar volvió a divisar tablas, tablas lejanas, cabezas tratando de flotrar, de asirse a algo, tal como lo hacía él.
Una luz potente lo encegueció mientras trataba de aferrarse a los tubos del barco, que pasoron flotando a su lado.
No lo podía creer, era un barco de auxilio e iba por él, por ellos, por los que quedaran,
Con las últimas fuerzas, se colocó el salvavidas que le habían arrojado; estaba helado, le sangraban las heridas, el corazón parecía no responderle, las sienes le latían, todo su cuerpo parecía estar a punto de reventar.
De sus labios helados salieron tres palabras como un rezo gélido:
Amores ya voy.
Algo repuestos del impacto era cierto lo que expresaba Alberto, estaban siendo literalmente cazados. Alguien desconocido y sin ninguna traba moral los estaba matando, uno a uno...
Fue en ése momento cuando la delgada figura de José se introducía por los tubos del barco cuando una enorme ballena partió al barco pesquero por la mitad.
José había permanecido oculto en la sentina, ese lugar al que nadie quería ir, luego de matar a El Payo, su odiado enemigo. Ese Payo, de mirada oscura, torva que en tierra se trasformaba y gustaba de permanecer en camas matrimoniales ajenas.
Maldito Payo, me llevaste a lo peor. No era necesario que me lo hicieras saber en el puerto el día que partimos,que me humillaras tanto, si yo ya lo intiuía, casi lo sabía. El Capitán también lo supo. Fue él, el que intentó dominar mi odio durante los días interminables de pesca, supo de mi escondite y ahora, tengo terminar con ésto, cueste lo que cueste.
Fueron estos los últimos e inútiles pensamientos de José porque el barco partido en dos tomaba direcciones impensadas, en el remolino de las aguas y la niebla espesa de la madrugada reinando.
Los cuatro marineros no supieron ahora qué era más siniestro y cruel. Si los asesinatos en serie, el miedo de ser la próxima víctima o ser víctimas reales todos envueltos en esa vorágine de espuma helada, recibiéndolos en su vientre, tratando de asirse en ése final instante a lo que pudieran.
Pedro había emergido con las narinas tapadas de agua y sal, tratando de compensar su respiración y el latido irrefenable de su corazón.
Alcanzó a divisar parte de una tabla que creyó reconocer como un pedazo de la tosca mesa del barco, donde compartían el café y algunas amigables charlas, las sencillas comidas. Como pudo nadó hacia ella pero una vez asido algo extraño le sujetaba las piernas con fuerza y le impedía todo sostén en ella. Asido a él estaba el cocinero, lo alcanzó a reconocer cuando ambos se hundieron nuevamente en las profundidades y allí logró desprenderse de él tomándolo de los cabellos para tratar de emerger.
El gordo no sabía nadar, se debatía agitando los brazos, boqueando, en la superficie por la cara de Rulo supo que era tarde... Y lo soltó a la negritud de la nada...
Sobre la quietud del mar volvió a divisar tablas, tablas lejanas, cabezas tratando de flotrar, de asirse a algo, tal como lo hacía él.
Una luz potente lo encegueció mientras trataba de aferrarse a los tubos del barco, que pasoron flotando a su lado.
No lo podía creer, era un barco de auxilio e iba por él, por ellos, por los que quedaran,
Con las últimas fuerzas, se colocó el salvavidas que le habían arrojado; estaba helado, le sangraban las heridas, el corazón parecía no responderle, las sienes le latían, todo su cuerpo parecía estar a punto de reventar.
De sus labios helados salieron tres palabras como un rezo gélido:
Amores ya voy.
Con ballena o sin ballena este cuento se ha acabado.........por lo menos uno, se salvo ¿o no?
Quien le pone el titulo.....no vale poner "Pesca Mortal", esta demasiado trillado......
Quien le pone el titulo.....no vale poner "Pesca Mortal", esta demasiado trillado......
Y en mi opinión como final queda bárbaro pero si no les gusta, al barco de rescate lo convierto en pirata y los que se salvan terminan en una mina de diamente en Sierra Leona donde Pedro escondiendo de a poco algunas piedras y luego de muchos años consigue escapar, vender y convertirse en multimillonario para volver al país y dedicarse a la política que tiene menos sobresaltos pero se cambia el nombre por el de Nestor que parece mas rendidor politicamente jaja
Ya parece el Conde de Montecristo esto!
Yo creo que el título lo debe poner Aramis porque de su febril imaginación salió este relato.
Si es que no siguen hilando e hilando, así hasta el infinito, digo que deben pensar en otro cuento, porque imaginación es lo que les sobra a ambos!
Yo creo que el título lo debe poner Aramis porque de su febril imaginación salió este relato.
Si es que no siguen hilando e hilando, así hasta el infinito, digo que deben pensar en otro cuento, porque imaginación es lo que les sobra a ambos!
jajaja nos pisoteamos todos
Les dejo algunos títulos, elijan o agreguen
Terror en el Pacífico
Durmiendo con el enemigo (remixado)
El pesquero siniestro
Se dan cuenta porque no me gusta el agua
La muerte acecha en alta mar
Y... bueno vasta de cháchara
Les dejo algunos títulos, elijan o agreguen
Terror en el Pacífico
Durmiendo con el enemigo (remixado)
El pesquero siniestro
Se dan cuenta porque no me gusta el agua
La muerte acecha en alta mar
Y... bueno vasta de cháchara
la eslinga que tenia el garrucho se solto de la cornamusa..................................jajajajajajajajajaja demasiado largo
que tal: Rumbo al poniente, cuando te matan ni se siente..........muy cómico
Bueno basta de joda, aquí les dejo mi titulo...."Bitácora ensangrentada"
que tal: Rumbo al poniente, cuando te matan ni se siente..........muy cómico
Bueno basta de joda, aquí les dejo mi titulo...."Bitácora ensangrentada"
este cuento ha terminado... (aùn no he podido leerlo, pero gracias Silu por la acotaciòn... jajaja... ) Quien tenga una idea... INICIE, NOMÀS...
Pd: Agrego... alguien tiene noticias de Boti?
Pd2: Aprovecho para pedirles que cuando inicien un tema en cualquier secciòn, lo hagan con mayùsculas, asì en la nube tenemos una cierta uniformidad en este sentido.
Nos estamos leyendo...!!!
Pd: Agrego... alguien tiene noticias de Boti?
Pd2: Aprovecho para pedirles que cuando inicien un tema en cualquier secciòn, lo hagan con mayùsculas, asì en la nube tenemos una cierta uniformidad en este sentido.
Nos estamos leyendo...!!!
Creo que le toca ese honor...
Dèle tìtulo que cerramos este cuento...
Ya Silu agregò sus sugerencias... Si las brujitas aportan sugerencias... elija y tire el tìtulo que mas le guste.
Dèle tìtulo que cerramos este cuento...
Ya Silu agregò sus sugerencias... Si las brujitas aportan sugerencias... elija y tire el tìtulo que mas le guste.
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